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Obras escogidas. Volumen III PDF

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2 Évald Vasílievich Iliénkov (1924 - 1979) OBRAS ESCOGIDAS Volumen III _______________________________ ÉVALD V. ILIÉNKOV Traducción VV.AA. Correcciones 2CUADRADOS 3 Portada: 2Cuadrados Diseño interior y maquetación: JMF Traducciones referenciadas en cada texto Revisión del texto: 2Cuadrados Primera edición, 2022 Impreso en Madrid, Estado español Primera edición: 200 unidades Marzo de 2022 4 ÍNDICE HUMANISMO Y CIENCIA (1971) 7 LA CUESTIÓN DE LA IDENTIDAD DEL PENSAMIENTO Y DEL SER EN LA FILOSOFÍA PREMARXISTA (1964) 35 MARX Y EL MUNDO OCCIDENTAL (1965) 85 EL MATERIALISMO ES MILITANTE Y, POR TANTO, DIALÉCTICO (1979) 1 15 ACTIVIDAD Y CONOCIMIENTO (1974) 1 45 CONOCIMIENTO Y PENSAMIENTO (1973) 159 EN TORNO AL INFORME DUBININ (1979) 167 LA ESCUELA DEBE ENSEÑAR A PENSAR (1964) 171 UNA CONTRIBUCIÓN AL DEBATE SOBRE EDUCACIÓN ESCOLAR (1964) 209 SOBRE LA CUESTIÓN DE LA ACTIVIDAD Y SU IMPORTANCIA PARA LA PEDAGOGÍA (1971) 217 5 UNA CONTRIBUCIÓN AL DEBATE SOBRE EDUCACIÓN ESTÉTICA (1974) 227 CONTRIBUCIÓN A UNA CONVERSACIÓN SOBRE MESCHERIAKOV (1975) 233 SOBRE LA NATURALEZA DE LAS CAPACIDADES (1976) 247 LO BIOLÓGICO Y LO SOCIAL EN EL SER HUMANO (1970) 259 EL DERECHO A CREAR (1977) 267 NOTAS DISPERSAS SOBRE PSICOLOGÍA 279 EL IDEAL (1983) 303 ¿QUÉ ES LA PERSONALIDAD? (1984) 309 LA FORMACIÓN DE LA PERSONALIDAD: LOS RESULTADOS DE UN EXPERIMENTO CIENTÍFICO (1977) 361 CARTA A SUVÓROV (1974) 387 LISTA DE LECTURAS PARA UNA FORMACIÓN AUTODIDACTA EN FILOSOFÍA 391 EPÍLOGO: ÉVALD ILIÉNKOV, EL ÚLTIMO MARXISTA SOVIÉTICO, por A. Tsvetkov 393 6 Humanismo y ciencia (1971). Original: Гуманизм и наука. Fuente: Science and Morality, Moscú, Progreso. Traducción del inglés al castellano: Louk. El lector se ha familiarizado con varios puntos de vista relacionados con un problema que, de una manera u otra, preocupa a toda persona reflexiva de nuestro tiempo, convirtiéndose en participante en esta discusión. Uno no tiene que ser un filósofo para notar las diferencias esenciales en el enfoque de la resolución del problema en cuestión. También intentaremos, sin pretensiones de dar una respuesta definitiva, expresar nuestra propia opinión. Es de primordial importancia la formulación del aspecto esencial del problema que cada uno de los autores de este libro ha tratado de resolver, a pesar de las diferencias obvias que los separan. Esto es importante porque a veces puede parecer que los diversos enfoques de la cuestión simplemente significan discusiones sobre diver- sos lados o aspectos, pero no medios (a menudo opuestos) para resolver una misma cuestión. Esta misma pregunta debe ser constantemente tenida en cuenta en una formulación lo más concisa y precisa posible. Sólo enton- ces se puede decidir, siguiendo los argumentos presenta- dos por los autores, qué camino apunta hacia una solución y cuál hacia un callejón sin salida. De lo contrario, tendremos la impresión de que cada enfoque contiene visiones parciales de la verdad e, igualmente, que cada uno contiene sesgos y errores. Pero la verdad nunca nació de una simple suma de "varios" aspectos o de la unificación de diferentes puntos de vista. 7 ¿Qué es en realidad esta pregunta que tanto molesta a todo el mundo? ¿Puede formularse de tal manera que cada contendiente reconozca en ella el objeto de sus propias reflexiones? De hecho, plantear la cuestión adecuadamente es estar bien encaminado hacia una solución. Por lo tanto, un argumento teórico auténtico siempre comienza con la formulación teórica del problema. Es mejor cuando se llega a un acuerdo sobre este punto desde el principio, cuando al menos hay que llegar a un acuerdo. De lo contrario, la formulación del tema en disputa seguirá estando insuficientemente articulada. Hay que intentar llevar el problema al nivel de una contra- dicción, porque todo problema auténtico, nos enseña la dialéctica, debe aparecer ante la mente en forma de una contradicción intensa y no resuelta, en forma de antinomia. Si por el momento dejamos de lado las formas puramente teóricas de expresar el problema y lo abor- damos de una forma comprensible sin requerir defi- niciones y explicaciones débiles, tal enfoque nos permitirá evaluar cada una de las formulaciones teóricas propor- cionadas. ¿Cuál es la sustancia de este problema real y vital que preocupa a cada uno de nosotros, que cada uno de nosotros ha reconocido en un grado u otro y articulado de una manera más o menos clara? Cada uno de nosotros ha sido consciente casi literalmente desde su infancia de la disonancia entre las conclusiones de la mente y los dictados del corazón, del frecuente conflicto entre la voz de la conciencia y los cálculos de nuestra razón. Cada uno de nosotros sabe que a veces las "circunstancias" proporcionan un acto que está en contradicción con nuestra conciencia, con nuestro sentido de la bondad y de la decencia; estamos familiari- zados con lo contrario, cuando el deseo de hacer una "buena acción" se ve abrumado por la fuerza de las circunstancias. A veces preferimos someternos a estas 8 circunstancias, otras veces actuamos imprudente pero noblemente, sin hacernos ilusiones de éxito… Está claro que percibimos tal contradicción como disonancia y descarriamiento que no trae ni paz mental ni tranquilidad en la realización de los propios asuntos. Este conflicto de motivos, entre "las reflexiones de la mente fríamente anotadas, las amargas intuiciones del corazón" no es, por supuesto, una invención insidiosa por parte de los defensores del dualismo filosófico. Es (ya sea mejor o peor) la materia de la realidad, el centro de nuestras vidas y pensamientos. Nuestro planeta, por desgracia, está mal preparado para otorgar la felicidad. Las circunstancias actuales en la Tierra son tales que uno no puede encontrar una guía automática para la acción que coincida hasta el último detalle con nuestro deseo innato de lograr el bienestar y la felicidad de todos en la Tierra. Las mismas "circunstancias" que rodean nuestras acciones son contradictorias. A menudo tenemos que hacer daño a alguien para hacer una buena acción por otro, y viceversa. Dada esta situación, ¿es posible encontrar un principio universal, una fórmula general que garantice una toma de decisiones impecable? Es concebible, por supuesto, decidir de una vez por todas perseguir sin descanso la "voz de la conciencia", los "dictados del corazón" y la "lucha por el bien". Uno puede decidir seguir los principios de honestidad absoluta e inflexible, ingenuidad y franqueza, independientemente de las consideraciones de otras personas y otros hechos y a pesar de las precauciones establecidas por la razón en su relato de las circunstancias pertinentes. Uno puede, por otro lado, confiar únicamente en la razón, en un cálculo y estimación sobrios de todas las circunstancias, en la mente matemáticamente rigurosa, poniendo una confianza inquebrantable en esta, tanto cuando sus conclusiones concuerdan con la intuición moral directa como cuando van en direcciones opuestas. 9 ¿Cuál de estos principios es preferible, cuál es el más correcto? ¿Se arriesgará uno a elegir entre estos dos, particularmente después de haber leído este libro de principio a fin? De los capítulos anteriores se puede concluir con certeza que cada una de las soluciones sugeridas contiene una cierta lógica y que cada una, en su rigurosa pureza, es abstracta en un grado idéntico. En otras palabras, desde un punto de vista más sofisticado, el riesgo no es razonable. De hecho, la primera solución atrae en virtud de su nobleza moral, a menudo celebrada en el gran arte del mundo. Don Quijote, el príncipe Myshkin en Siegfried, el idiota de Dostoievsky (Der Ring des Nibelungen), etc. Pero esta posición es la de un mártir. Además, el mártir aquí no es el único protagonista, también lo son los principios mismos. La nobleza de sentimientos desprovista de racionalidad y refractada a través del prisma de las "circunstancias" emerge a veces como una caricatura y a veces como una tragedia. Abstracto —es decir, ajeno a la razón y al cálculo— el noble sentimiento conduce inevitablemente a la abnegación e incluso al suicidio. Uno puede encontrar consuelo moral aquí, pero el simplón verdaderamente noble, por regla general, sirve —sin que él mismo lo sepa y sin saberlo— como una herramienta conveniente para el mal y el tormento en la red de circunstancias insidiosas. No menos insidiosa en términos de consecuencias es la solución opuesta. El hábito de dar preferencia al cálculo o estimación rigurosamente matemática de todas las circunstancias (cuando las circunstancias son repugnantes a la conciencia) conduce, en el resultado final, al colapso moral. Todo está bien cuando los cálculos son impecables. Pero como al final es imposible tener plenamente en cuenta toda una interminable corriente de circunstancias dialécticamente entrelazadas, tarde o temprano, el ser humano calculador está obligado a cometer un error de 10

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