EMORIA I)EL GENERAL PRIMER PRESIDENTE DE OENTRO nMEnICn, GOMENTnDn POR EL DOCTOR PREFACIO A L.\ JUVENTUD SALVADORERA Os presento, jovenes, libro que pocos de iin r os otros habran leido. Uno que otro ejemplar se ha salvado de la insaciable voracidad del tiempo, que todo lo a- niquila, y de la accion destructora de nuestras revoluciones. Este libro es del primer Presidente de nues- tra malograda Republica Federal de Cen- tro America. Es obra de un compatriota vues- tro, procer de nuestra independencia, por la cual sufrio persecuciones y expuso muchas ve- ces su vida en los campos de batalla. Cupole a don Manuel J. Arce la suerte de los grandes patriotas de la Grecia, de aquel pueblo maestro de la humanidad hasta en la in- gratitud; sirvio a su patria con desinteres )I bue- na fe y tuvo por premio el ostracismo. Alli escribio esta Memorin para defenderse de esas acusaciones, que uor lo regular se a- montonan sobre el que cae de una gran altura; v para devolver con creces los cargos que se le f~dminaban. El autor la publico en una epoca inadecuada para que se le escuchara. Eran tiempos de e- fervescencia, de agitaciones, de tumultos y de zozobras. A pocas manos llego su libro, cuyo texto, plagado de errores tipograficos, tampoco convidaba a leerlo Asi es que la obra quedo caqi olvidada; y el resultado ha sido que, no co- nociendola, muchos jovenes han aceptado sin reserva todo lo que contra Arce escribieron sus enemigos. Leed atentamente este libro. En el se es- clarecen y rectifican muchos hechos importan- tes. En el se descubre el hombre con todo su ca ,dor y buena fe, defendiendose con brio, ca- si siempre, y cuando no, patentizando la recta intencion que presidio a todos sus actos. En el hallareis muchas ensenanzas, conociendo las causas generales y especiales del prematuro y doloroso despertar del sueno de nuestros ma- yores, en una Republica unida, libre, fuerte y prospera como la Republica del Nor~e. Notareis que Arce a veces es severo, duro, terrible con sus adversarios; escribio cuando aun estaban vivos sus resentimientos, cuando aun se le irritaba: siempre hay amargura en el lenguaje del proscrito; es la reaccion del de-tie- rro, es el derrame de la copa de acibar que se apura y con que se va a escupir al rostro del enemigo. Muchog han leido la historia de la America Central, a partir de la epoca de la independen- cia; pocos han sacado de la lectcira el fruto de- bido. La historia contenida en los compen- dios, que sirven de texto en las escuelas y en los colegios, por su propia indole, da muy lijera idea de los acontecimientos, omite detalles im- portantes para comprender mejor la vida poli- tica de los pueblos, no estudia, no juzga a los hombres. La historia en libros mas extensos, contiene informes de segunda mano de que, cuando no estar. apot ados en documentos irre- fragable~,e s preciso desconfiar. Si la fantasia popujar altera la verdad de la tradicion, mag- iiificando lo uno, empequeneciendo lo otro, en la palabra escrita no pocas veces hace lo mis- mo, el interes 6 la pasion. Es bien sabido tam- bien que esos libros se escriben siempre por encacgo o bajo el patrocinio de los Gobiernos; el esrri:( 'r no goza de verdadera libertad. . . . . . - Conviene, pues, si quereis conocer bien la hiqt ,ria de la patria, leer ademas las obras es- crit <,S en aquellos tiempos, por los mismos que intervinieron en los sucesos, comparar sus afir maziones, estudiar sus tendencias y pesar sus actos y los de los demas protagonistas, en ba- lanza justa no movible, no inclinable por el a- fecto del sectario. Para la mejor inteligencia de la Memoria de Arce, he intercalado en el texto anotaciones que le hice, consultando otros historiadores con- temporaneos, no amigos del autor. Tambien he anadido algunas reflexiones a que se pres- tan los sucesos que en aquella se narran. Me prometo publicar del mismo modo las memo- rias de don Manuel Montufar y del General don Francisco Morazan. Los partidos liberal y conservador que se formaron a raiz de la proclarriacion de la inde- penden :ia van siendo ya puramente teoricos. En algunos paises, apenas se oyen estas deno- minaciones, cuando se trata de la lucha e ecto- ral. En otros, liberales y conservadores se confunden en el podrr: un gobernante que se llama liberal, se rodea de ministros conservado- res, o de unos y otros que viven en fraternal consorcio; y vice-versa. Se ve siempre que cuando se dice que esta mandando un partido, nadie manda sino el Presidente; el encarna el partido: los demas son subditos. Se ve tam bien que dentro de un mismo partido, sea por elecciones o por guerra, frecuentemente hay vencedores y vencidos, unos en el poder. otros en el destierro. En otros pueblos, el partido po itico ha degenerado en luchas de predomi- nio local. En una palabra, hay gentes con i- deas mas o menos liberales, con ideas mas 6 menos conservadoras; parsidos, no. Los par- t i d ~so~n organismos con su credo definido, funciones y medios distintos de accion para di- rigir la marcha del' Estado. Manda en ellos la mayoria, no un hombre, no un despota. Van al poder y en el se sostienen por la opinion pu- ,blica, no por la violencia, no por las bayone- tas. Ahora, pues, que al favor de esta confusion, que no aplaudo, parecen amortiguadas las pa- siones sectarias y que pocos se creen/herede- ros forzosos de las simpatias y odios de sus an- tepasados, ha llegado el momento de muchas reparaciones historicas. Especialmente, los j6- venes pueden volver la vista al pasado, limpio su corazon de rencores, para dar a aquellos hombres el puesto merecido en el concep- to de la posteridad. L)espues del naufragio de una nave que muchos pilotos manejaron, pil'o- tos improvisados, en un mar desconocido, sur- gieron las mutuas recriminaciones. Pero ha pasado ya mucho tiempo: la muerte ha reduci- do a polvo a todos los tripulantes. No venga el historiador a turbar la paz reviviendo animo. sidades y pendencias 'Tocale otra tarea mas noMe, mas digna: ser juez imparcial al par que equitativo. Para eso, antes de penetrar en el templo de la justicia, deje a la puerta su afecto, su interes y aun atavicas preocupaciones. Alli, cerca del puente de la Vega, a orillas del humilde Acedhaate, un tiempo bullicioso y cristalino arroyo, en cuyas aguas la graciosa indigena contemplaba la imagen de su morena y rojiza faz, y hoy, turbia, sucia y silenciosa co- rriente, alzabase una casa, tambien humilde y solitaria. La pobreza la habia tocado con su descarnada mano; no habia para que buscar en ella visitantes. Sin embargo, dentro de ella es- taba quien fue promotor de la Independencia, pacificador de Nicaragua, esforzado defensor de esta plaza contra Arzu y contra Filisola, y primer Presiden te de Centro America; quien gozo muchos y merecidos honores; quien tuvo numerqsos amigos, y no escasos bienes de for- tuna; y obligo a muchas gentes con mercedes y dadivas. Alli estaba don Manuel J. Arce vi- viendo del carino y la generosidad de hvmildes hijas del pueblo, de esas mujeres del Merca do, de inextinguible ardor patriotico, y de gratitud que no marchita, ni abate el viento de la desgracia. Alli en 14d e diciembre de I 846 espiraba acompanado solo de dos o tres ami- gos, hijos tambien del pueblo, espiraba aban- donado, olvidado de sus demas conciudadanos. Para uno de nuestros proceres, para un grande y abnegado patriota, para un ciudadano pro- bo, para quien fue bueno y generoso con to- dos, silencio, abandono, olvido! He aqui la suerte de muchos hombres ilustres! No se donde esta la tumba de Arce. Si sus restos habran ya desaparecido! - - . . Salvemos del olvido su libro, salvemos de la injusticia su nombre. San Salvador, junio de 1903. MEMORIA de La +bdica y de MANUELJO SE ARCEd urante edperzodo de su presidencia, escvita defeen'sn de das calum- e72 nias que contra su persona han vep*tido los ;~nis:noqs ue se rebelaron contra Gobierno y la Nacion de Centro A?~zerica-. Mej.ico: 1830.-hz#renta de GaZvan, a cargo de Ma- viano ArevaLo, Cadle de la Cadena N. 2. A 1.0s COSTARRICENSES : Como un tributo de consideracion por el comportamiento que ha tenido Costa Rica, du- rante la cruda crisis de Centro America, y que hasta el dia con~ervae n medio de la ruina que han sufrido y en que estan anonadadas las ins- tituciones de la Republica; yo dedico a los pue- blos costarricenses la 'dr fensa que presento al Tribunal augusto de la opinion nacional. costa Rica, en donde verdaderamente han gobernado funcionarios que tienen virtudes re- publicanas: Costa Rica en dande unicamente se. han obedecido las leyes: Costa Rica, que cuer- damecte se ha eximido todu lo posible de los males de la revolucion, y que se encuentra sin el .oprobio de los bienes que han cogido los je- fes revolucionarios; es la porcion de Centro A- merica que, en mi concepto, y segun el juicio de las personas imparciales, que conocen nues- tras desgracias, merece los encomios que siem- pre acompanaran a los pueblos virtuosos. Proscrito por los enemigos del orden, de la paz y de la prosperidad de la patria, nada me ha quedado que pueda ofrecer a los costarri- censes en demostracion de mi gratitud, por no haberse desviado del camino recto de la ley y de la razon: toda mi riqueza consiste en las sa- nas intenciones que me guiaron cuando gober- ne la Republica; y os las presento en estelibro, cierto de que la ofrenda es digna de vosotros, porqu -: soy testigo de que siempre habeis uni- do vuestros pasos a los esfuerzos que he prac- ticado por evitar los desastres de la nacion; y no dudo que en la actualidad dirigis, asi como yo, feivorosoc votos al trono del Altlsimc por la mejora y felicidad de\ la hermosa y amada Centro America. Mejico, r 8 de junio de 1830. est accusari ab accusandis Es hermoso ser acusado por los qzEe vterecen las acusaciones.- Dkc. de sit select. La deferisa que publico de la administracion que ejerci en el supremo mando de Centro A- merica debio ser presentada en julin de 1829a los mismos que me han calumniado, y que se sublevaron contra la Republica y contra el go- bierno federal. La prepare en la prision donde una mano audaz me encerro por el consejo de su ambicion, que me consideraba como un obi- ce para sus proyectos, y se propuso deshacerse de mi. Los que desautorizadamente se apro- piaron las facultades del Congreso para consu- mar la ruina de la patria, obraban de acuerdo con el atrevido que oso acometerme, y me ne- gason el derecho que tiene el ultimo viviente
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