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Medina B., José M. (coord.) El Orden Social Y Político En Zonas De Frontera Del Septentrión Novohispano Y Mexicano [2018] PDF

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2 3 4 PÁGINA LEGAL El Colegio de Sonora El Colegio de San Luis Doctor Juan Poom Medina Doctor David Eduardo Vázquez Rector Salguero Presidente Doctora Mercedes Zúñiga Elizalde Doctora Claudia Verónica Carranza Vera Directora de Publicaciones no Periódicas Secretaria Académica Licenciada Inés Martínez de Castro N. Licenciado Jorge Herrera Patiño Jefa del Departamento de Difusión Jefe de la Unidad de Publicaciones Cultural ISBN: 978-607-8500-66-6 ISBN: 978-607-8576-39-5 Primera edición, D. R. © 2018 Primera edición, D.R. © 2018 El Colegio de San Luis, A. C. El Colegio de Sonora Parque de Macul 155 Obregón 54, Centro Fracc. Colinas del Parque, Hermosillo, Sonora, México San Luis Potosí, S.L.P. C. P. 83000 C. P. 78294 http://www.colson.edu.mx www.colsan.edu.mx [email protected] Edición en formato digital: Ave Editorial La fotografía de la portada es de dominio público y originalmente se encuentra en los National Anthropological Archives. The University of Arizona Library, proporcionó una copia de la misma, que se localiza con la siguiente referencia: Special Collections, W.J. McGee Photograph Collection (MS 483), Box 1, folder 5, number 4277a-2, Dinwiddie photographer. En la página cuatro se reproduce la ficha descriptiva que acompaña la fotografía. Hecho en México / Made in Mexico 5 6 I NTRODUCCIÓN Mucha agua ha pasado bajo el puente desde el 12 de julio de 1893, cuando Frederick Jackson Turner presentó su texto, señero y polémico, sobre la frontera norteamericana ante la reunión de la American Historical Association (Turner 2010). En él se hizo eco del influyente paradigma etnocentrista, que consideraba el encuentro de culturas diferentes, las europeas y las americanas, como un choque de la civilización contra la barbarie. Con esta visión pretendía justificar el avasallamiento de los pueblos indígenas por el avance de los colonos anglosajones hacia el oeste. De igual manera buscó idealizar el sistema político norteamericano como producto, precisamente, de ese avance. Por su carga ideológica, el texto de Turner ha provocado enconados debates en el mundo académico, pero aun así se convirtió en el punto de partida indispensable para el estudio histórico de las zonas de frontera. Al inicial planteamiento turneriano se agregó la denominada escuela de las Spanish Borderlands, promovida por Herbert Eugene Bolton, la cual –manteniendo el etnocentrismo– se distinguió de Turner al incorporar a su investigación a grupos humanos totalmente ignorados por él: los españoles y los indígenas de las misiones. En la visión de Bolton, estos últimos eran considerados como los sujetos pasivos a evangelizar, primer paso para civilizarlos (Bolton 1917; Weber 1987, 33-54). Como parte de los procesos críticos desarrollados a partir 7 de la década de 1960, el paradigma turneriano fue severamente cuestionado en el mismo lugar donde surgió, para dar pie a desarrollos historiográficos que promovían el interés en los indígenas como actores, las mujeres, las minorías étnicas, los desarrollos económicos, entre otros temas (Ratto 2001, 106-107). El aporte principal de esta renovación historiográfica fue demoler el paradigma etnocentrista de civilización versus barbarie. A la par, el espacio objeto de interés historiográfico se extendió de Estados Unidos a otras zonas de frontera latinoamericanas, como el norte de México, las pampas argentinas, el sur chileno, los llanos venezolanos y el sertão brasileño (Hennessy 1978). En estos países, sobre todo en Argentina y Chile, se desarrollaron importantes historiografías sobre las fronteras. Asimismo, el concepto de frontera ha ido enriqueciéndose, desde la visión turneriana, que la veía como free land a ser conquistada para la civilización, hasta los espacios donde se encuentran pueblos de culturas muy diferentes, sin que ninguno de ellos pueda imponerse de manera duradera sobre el otro (Schröter 2001, 367). Igualmente, se ha pasado de ver la frontera como un espacio territorial continental a otro espacio que se inicia en las costas: las fronteras marítimas (Clark 2009, 20-30). En el idioma inglés, el concepto mismo de frontier se ha desarrollado integrando otros conceptos relacionados como border y borderland para aludir a límites nacionales y zonas donde se encuentran las potencias coloniales (Adelman y Aaron 1999, 816); también son de mencionar los conceptos construidos en la historiografía argentina y chilena: límite y frontera, complejo fronterizo (Boccara 2005, 33). También habría que incluir los desarrollos más recientes que aluden a las “fronteras étnicas”, ya no concebidas necesariamente en términos territoriales, sino como “ámbito 8 donde se construye la etnicidad”, considerando que es un “mecanismo de organización social más que de una nebulosa cultura”, donde “los límites persisten a pesar del flujo de personal a través de ellos” (Quijada 2002, 127); asimismo los procesos de “fronterización” a partir de las representaciones construidas por los conquistadores (Sheridan 2015, 24-26). Las visiones generales inauguradas por el planteamiento turneriano abordaron un tema importante de discusión: ¿qué tanto influyen las condiciones de frontera en la conformación de la sociedad que las vive? Turner atribuyó a tales condiciones el carácter supuestamente democrático y excepcional de las instituciones norteamericanas. Silvio Zavala creyó que tuvieron que ver con el carácter supuestamente liberal del norte mexicano, aunque no dejó de observar la impronta coercitiva de control de la mano de obra por parte de los hacendados y estancieros (Weber 1987, 44). Este viejo debate cobró interés en el intento de explicar la importante participación del norte de México en la revolución que se inició en 1910, lo que se hizo en gran medida al incorporar al análisis las condiciones de frontera de las sociedades norteñas, en especial el aspecto relacionado con la violencia endémica que las caracterizó por la guerra contra los indígenas (Carr 1973, 322-323). El tema del impacto de la violencia endémica en la sociedad ha sido central en los abordajes historiográficos sobre las zonas de frontera latinoamericanas. Duncan y Markoff establecieron las coordenadas con las que se caracterizó a estos espacios. En primer lugar plantearon el poco interés del aparato estatal en invertir lo suficiente para garantizar la seguridad ante la existencia de grupos indígenas independientes o con la suficiente autonomía y capacidad militar para enfrentar 9 exitosamente a los conquistadores y colonos, creándose una situación en la que el Estado no tenía el monopolio de la violencia, por lo que permea la sociedad, haciendo de ella una incubadora de especialistas en la violencia. Por otra parte, la lejanía o relativo aislamiento de los centros de poder político ocasionaba que los habitantes de estas zonas arreglaran sus relaciones sociales de acuerdo a sus necesidades locales, sin atender las leyes generales establecidas por el aparato monárquico o el Estado nacional, asumiendo como normales prácticas ilegales como el contrabando, la rapiña, el cautiverio, la bigamia, la vagancia. Estos elementos conformaban un orden social y político particular en las zonas de frontera. Tal situación se empezó a revertir en la medida en que el Estado reforzó su presencia en estas zonas desde fines del siglo XIX (Duncan y Markoff 1978).1 Éste es el tema general que estructura el contenido de este libro. A tono con la visión anterior, se han hecho importantes contribuciones que analizan la sociedad de frontera, pero un elemento innovador ha sido el interés creciente por indagar el impacto de la situación de frontera en las sociedades indígenas, sobre todo en el cambio cultural que experimentaron a raíz del contacto con la sociedad occidental. Estos trabajos, sin negar el impacto de la violencia, han abandonado los abordajes en blanco y negro, permitiendo recuperar un conjunto documental que indica la existencia de relaciones pacíficas entre indígenas y no indígenas. Así, los grupos nómadas ya no aparecen como “bárbaros” que sólo buscan el pillaje, sino como grupos inmersos en circuitos comerciales; los indígenas y los no indígenas ya no son vistos como bloques homogéneos que chocan sin cesar, sino que se advierten las diferencias en su seno y la variedad de relaciones que pueden entablar entre sí, haciéndose visible la importancia de los indígenas aliados y 10

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