Description:Los fuertes murmullos de protesta se acallaron casi completamente cuando el público que presenciaba el partido captó las dos últimas palabras del juez de silla. Una decisión salomónica, pero justa, y que salvaba la situación. A fin de cuentas, excepto el juez auxiliar, todos estaban convencidos de que la pelota de Tony Clemens había sido buena, botando en la misma raya. El juez auxiliar había acudido cerca del lugar de donde había venido la protesta. Pero no pasaba nada. El juez de silla había concedido dos pelotas más a Clemens, y este disponía, por lo tanto, de todas las ventajas de su servicio, sin el menoscabo de haber perdido la primera pelota, lo que le habría forzado a ser más comedido en el saque con la segunda, para asegurarse de que entraba en el cuadro.