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Lírica española de tipo popular. Edad Media y Renacimiento PDF

291 Pages·2001·3.26 MB·Spanish
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Lírica española de tipo popular Edición de Margit Frenk CATEDRA Letras Hispánicas Letras Hispánicas Lírica española de tipo popular Edad Media y Renacimiento Edición de Margit Frenk DUODÉCIMA EDICIÓN CATEDRA LETRAS HISPANICAS r* e3r, México, UNAM, 1966 Ilustración de cubierta: Oscar Betiedí Reservados (odas los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la ley. que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en lodo o en parle, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización. © Ediciones Cátedra (Grupo Anaya, S. A.), 2001 Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid Depósito legal: M. 6052-2001 ISBN: 84-376-0096-0 Pnntcd in Spain Impreso y encuadernado en Huertas, S. A. Fuenlabrada (Madrid) Cuanto más chiquitica, madre, la rosa, cuanto más chiquitica, más olorosa. Lorenzo Matheu y Sanz, Varios versos (1666) Para Silvia, Gerardo, Claudio Introducción De los sos ojos tan fuertemientre llorando, tomava la cabe9a i estávalos catando... ¡Cuántas generaciones de lectores se han emocionado con estos versos, que marcaban el nacimiento de la litera­ tura en España! El admirable Poema del Cid estaba ahí, impo ente, en el principio de todo. Imposible parecía que algo pudiera llegar a arrebatarle esa gloria. Y sin embar­ go, hace veintinueve años, a nosotros mismos nos ha tocado presenciar el milagroso descubrimiento que hizo cambiar de golpe nuestra perspectiva. La literatura espa­ ñola comenzaba un siglo antes, y de qué distinta ma­ nera: no con el grandioso poema épico, sino con un pequeño corpus de minúsculas estrofitas líricas; no con el solemne paso de las huestes del Cid, sino con la mo­ desta voz de una muchacha enamorada; no en Castilla, sino en tierra de moros. Las jarchas Recordemos brevemente los hechos. Desde tiempo atrás se tenían noticias del refinado invento de Mocád- dam de Cabra, poeta árabe del siglo ix: había creado la muwáshaha, artificioso poema en árabe clásico, que debía rematar en una estrofa (jarya) escrita en lenguaje callejero, ya fuera árabe vulgar, ya el romance de los cristianos. Por el mismo contraste de estilos, esa avul- garada estrofilla debía dar al poema su “sal, ámbar y azúcar”. Se conocían gran número de muwáshahas con remate en árabe vulgar y apenas indicios borrosos de algún rema­ 11 te en español. Pero en 1948 el hebraísta Samuel M. Stem reveló al mundo veinte jarchas escritas en lengua romance, que figuraban en muwáshahas hispano-hebreas de los siglos xi a xm; la más antigua parece ser anterior al año 1042. Y esas pequeñas estrofas resultaron ser encantadoras cancioncillas de amor puestas en boca de una muchacha: ingenuos lamentos de ausencia, doloro- sas súplicas al amado (designado con el arabismo habibi), apasionadas confidencias a la madre y a las hermanas... El increíble hallazgo trajo su secuela de comentarios y de nuevos descubrimientos. Emilio García Gómez, el propio Stern y otros investigadores han ido desen­ terrando más jarchas mozárabes en muwáshahas ára­ bes, y hasta la fecha se conocen sesenta y cuatro1. No es mucho, pero sí bastante para damos una idea de los caracteres básicos de esa poesía, de su lenguaje, sus temas, su ambiente poético. (Véanse en esta Antología los números 2-21.) La lengua de las jarchas es el mozárabe, dialecto ro­ mánico hablado por los cristianos que vivían en la Es­ paña musulmana, por los judíos y por los árabes bilingües. Aislado del resto de los dialectos peninsulares, no evo­ luciona a la par de ellos y mantiene muchas formas ar- oaicas; además abunda en arabismos, como puede verse en las jarchas mismas. Se ha discutido si las jarchas corresponden a una rea­ lidad viva: si son o no canciones que se cantaban enton­ ces, si son o no canciones “populares”. Las más auto­ rizadas opiniones concuerdan hoy en afirmar su carácter popular. En todo caso hay un hecho indudable: las jarchas reflejan, directa o indirectamente, una tradición poético-musical de tipo folklórico. La prueba decisi­ va de este hecho está en sus muchas coincidencias te­ 1 No todas han sido plenamente descifradas. Como los poemas mismos en que figuran, las jarchas aparecen en los manuscritos en caracteres hebreos y árabes. La falta de signos para ciertas vocales, en ambos alfabetos, y las frecuentes equivocaciones de los copistas que desconocían la lengua romance, suelen hacer la trasliteración muy difícil y problemática. A ello se añade nuestro incompleto co­ nocimiento de la lengua mozárabe. 12 máticas, estilísticas y métricas con otras manifestacio­ nes medievales de tipo popular. Las canciones mozá­ rabes pertenecen al género más característico de la pri­ mitiva lírica europea en lengua vulgar: la canción de amor femenina. Son compañeras del Frauenlied alemán, de la chanson de femme francesa, de la cantiga d'amigo gallego-portuguesa, del “cantar de doncella” castellano y catalán. Las coincidencias no se limitan a esa filiación general. Así, entre las chansons de femme que se recogen en Francia en los siglos xm y xrv hay algunas notable­ mente parecidas a las jarchas, no sólo por su forma y sus temas, sino por su estilo mismo. Compárese solamente la jarcha número 15 con un refrain francés del siglo xm: Gar, ¿qué fareyo? O! que ferai? ¿cómo vivreyo? D’amer morrai, Est ’ al-habib espero, j a nen vivrai... por él murreyo. Las cantigas d'amigo Si en Francia encontramos tan sorprendentes paralelos con las jarchas, ¿qué no será en España? Precisamente ellas han venido a comprobar definitivamente la raíz folklórica de muchas cantigas d’amigo gallego-portu- guesas. Recordemos que en los siglos xm y xiv los tro­ vadores del Occidente hispánico crearon una escuela poética que seguía de cerca los procedimientos, la téc­ nica y el espíritu de la'poesía provenzal. La humilde sumisión del poeta a la mujer, siempre altiva y desde­ ñosa, el sentimentalismo razonador, la compleja ver­ sificación dominan en la cantiga <f amor y en buena parte de las cantigas d'amigo. Pero evidentemente ese arte, cada vez más artificioso, no alcanzaba a colmar las necesidades expresivas de los trovadores portugueses, y, por milagrosa intuición, encontraron una fuente viva de poesía en los cantos de la gente de su tierra. De ellos tomaron la voz cándida de la muchacha enamorada, tan opuesta a la soberbia de la dama provenzal; de ellos, 13

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