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las mujeres indígenas, moriscas y africanas PDF

16 Pages·2012·0.17 MB·Spanish
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Volumen 44, Nº 2, 2012. Páginas 325-340 Chungara, Revista de Antropología Chilena LAS MUJERES INDÍGENAS, MORISCAS Y AFRICANAS: LOS MESTIZAJES Y LA REPRESENTACIÓN DE LA SOCIABILIDAD AMOROSA EN CHILE INDIGENOUS, MOORISH AND AFRICAN WOMEN: MESTIZAJES AND REPRESENTATION OF A LOVING COEXISTENCE IN CHILE Maximiliano Salinas Campos1 El mestizaje ha sido comprendido y enseñado desde una perspectiva colonial y patriarcal a partir de la existencia o el abandono del ‘padre’ europeo. De este modo, el mestizo es una negatividad histórica, o una reiteración permanente de la violencia del ‘padre’. La realidad y la imaginación son mucho más ricas y complejas. En el proceso de la mezcla de las culturas, la participación activa y protagónica de las mujeres no occidentales concedió al proceso interétnico una dinámica más vital y creadora, distante de las representaciones oficiales del Occidente colonial. Las mujeres indígenas, las mujeres moriscas y las mujeres africanas instalaron una forma de vivir donde la experiencia amorosa pasó a ser una experiencia fundante de la convivencia humana. Palabras claves: mujeres no occidentales, mestizaje, sociabilidad amorosa, Chile. Mestizaje has been understood and taught from a colonial and patriarchal perspective as the existence or the abandonment of a European ‘father’. Thus, the mestizo a historical negativity, or a permanent reminder of the violence of ‘father’. Whereas its reality and imagination are far richer and more complex. In the process of cultural mixing, the active and leading role of non-western women gave the ethnic dynamic process more vitality and creativity than that presented by official images from the colonial West. Indigenous, Moorish, and African women established a way of life where the sentiment of love became fundamental part of human coexistence. Key words: Non-western women, mestizaje, loving coexistence, Chile. “Lucila Godoy Alcayaga, […], era un estudio sobre el mestizaje chileno (Montecino crisol étnico: española, india, negra, judía 2010. Sobre el arquetipo masculino y violento y portuguesa” (Vargas 1995:226). del mestizaje y sus reiteraciones [León 2005]). El tema del mestizaje en América del Sur ha estado “Esta exaltación de la mujer morena, condicionado por el discurso homogeneizador del asociada con la tradición poligámica Estado nación de raíz europea: de la ‘patria’ o del musulmana, facilitaría y ejercería influjo vacío de la ‘patria’: la imagen del ‘pater ausente’. sobre la hibridización que tuvo lugar en el Nuestra propuesta es poder abordarlo como una Nuevo Mundo” (Mörner 1969:26). experiencia vital que integre y exprese lo ibérico, lo indígena y lo africano en una plataforma de re- Las Mujeres No Occidentales conocimiento polifónico de la legitimidad de cada y la ‘Mezcla de Razas’ uno de estos elementos integrantes e integradores (Wade 2005)1. ¿Cómo pensar hoy las formaciones históricas Habría que comprender a los mestizos, y sobre del mestizaje de Chile? La visión del mestizaje en todo a las mestizas, no tanto como sujetos limitados el siglo pasado fue configurada –sobre todo– por los o defectuosos, sino como sujetos habitados de vitali- intelectuales masculinos de la elite. Éstos siempre dad y, por lo mismo –y particularmente–, amorosos. vieron especialmente al roto –el mestizo de Chile– ¿Qué queremos decir con ello? Entendemos como en función del orden/desorden de la nación. Y, sobre amorosos los comportamientos de las culturas todo, fue visto el roto: el sujeto masculino; hasta matrízticas como formas vitales de participación, llegar a los pobres ‘huachos’ –seres desventurados– inclusión, colaboración, comprensión, acuerdo, que describiera Sonia Montecino en su instigante respeto y coinspiración, donde el otro o la otra 1 Departamento de Historia, Universidad de Santiago de Chile, Santiago, Chile. [email protected] Recibido: marzo 2011. Aceptado: enero 2012. 326 Maximiliano Salinas Campos surgen como legítimos otros u otras en convivencia El compositor e intérprete de cuecas “chilene- con uno. Implica la dimensión erótica incluida en ras” Hernán Núñez Oyarce expuso ese inquietante el conjunto de la experiencia humana (Maturana mundo femenino de origen colonial tan objetado 2007, 2008). Este amar y convivir amoroso se por sus conductas de “mal vivir” como por ser expresó radicalmente en los fundamentos cruzados inequívocamente amoroso: de nuestras sociedades mestizas. Desde las tradi- ciones ibéricas, hispano-orientales, inauguradas en En la calle del pecado América con el ‘safar’ (viaje, en árabe) de 1492, me llamaste a tu ventana las milenarias tradiciones indígenas andinas, y las de ti se prendió mi vida sociabilidades africanas que arribaron con el tráfico y mi corazón en llamas. colonial. Estas últimas no fueron desdeñables: seis mil habitantes de África llegaron aproximadamente Carita apasionada a Chile durante la dominación española2. tus ojos moros, ay Rosana, Este fundamento mestizo creó un arte de vivir zamba, china, chola, mi negrita, zamba, que tiene pocos símiles en la historia de las civili- caramba lindo tesoro. zaciones. Abrió un horizonte que, sobre todo por su capacidad de vivir y de convivir en las diferencias, Lindo tesoro, ay sí, originó un espacio amoroso especialmente fecundo precioso anhelo, ay Rosana, en la historia de América del Sur. Nos interesa zamba, china, chola, mi negrita, zamba, reconocer la vida amorosa de los mestizos y en caramba de mis desvelos. especial de las mestizas en la historia de Chile. Fueron en particular las mujeres indígenas, moriscas Aunque una pecadora y africanas –no occidentales– quienes instalaron mi alma te adora, ay Rosana (Núñez y promovieron la convivencia humana en Chile 1997:77)5. desde el mismo siglo XVI. Ellas introdujeron en Chile un estilo de ‘vivir’ y de convivir, de vivencia Esta cueca representa a una mujer distante de y de convivencia, más que un modo de ‘morir’3. los códigos dominantes de la sociabilidad patriarcal Ellas, como mujeres no occidentales –apartándose colonial de Chile y América del Sur, donde logró aun de las conductas de sus congéneres europeas–, expresarse –como la propia cueca o zamacueca– la lograron trascender o resistir los comportamientos celebración de una vida y de una femineidad libre culturales patriarcales del proyecto colonial caste- de las trabas del estoicismo europeo. llano, basado en la guerra, la lucha, la competencia y la apropiación de la verdad como formas del vivir La zamacueca era el baile típico del Perú en la agresión (Maturana 2007, 2008). y especialmente de Lima. Para bailarla La América del siglo XVI fue, según la expre- bien, había que ser una verdadera limeña, sión de Miguel de Cervantes, “añagaza general de picante y despabilada […]. Cuentan que mujeres libres” (Olaechea 1992:39). ¿Quiénes fueron un arzobispo viendo bailarla preguntó esas mujeres? No tan sólo las mujeres andalusíes o su nombre: ‘La zamacueca, Vuestra moriscas que se aventuraron tempranamente en los Excelencia. –Han elegido muy mal el navíos del Atlántico. También las indígenas y las nombre. Debería llamarse ‘la resurrección africanas que pese a todas las limitaciones políticas de la carne’…’. [En] el Perú, como en y culturales nunca se eximieron de expresar su amor otros lugares, el baile –y, particularmente para alterar la vida –o, mejor decir, la muerte– de la zamacueca– no era siempre inocente los censores de los sistemas y las fronteras oficiales. […]. O bien veían en ella una cómoda La compleja identidad de estas mujeres ni blancas introducción a la galantería […]. El ejer- ni occidentales, ni cristianas, al menos en el sentido oficial del término, concedió al imaginario popular cicio de la galantería era facilitado por el chileno –y de América del Sur– una singular sensibi- hecho de que las mujeres del Perú eran lidad amorosa. Contrariando la lógica ‘arribista’ del más libres que las de España” (Denola sistema colonial en sus múltiples roles de amantes, 1964:185-186. Sobre el estoicismo colo- sirvientas, mancebas, o prostitutas4. nial, Schmidt 1997:181-204). Las mujeres indígenas, moriscas y africanas: los mestizajes y la representación de la sociabilidad amorosa en Chile 327 La mulata la Monona, una bailarina de zamacue- [Los indios de Chile] no estiman oro, ni plata cas limeñas, dio hacia 1830 especial popularidad ni otra riqueza sino es las mujeres. Cásanse a esta danza en Chile. “Desafiando la excomunión con todas las que pueden alcanzar, porque –el obispo Manuel Vicuña había declarado a este son éstas las que principalmente trabajan y baile ‘cosa de pecado’– la Monona lucía su arte los sustentan en la vida ociosa que apetecen, bizarro en el Parral de Gómez […]. La Monona y son caudal para las borracheras, fragua lucía un estilo garboso y sensual, con picardía y de adulterio y deshonestidades tales que gracia desconocidas”. Esta mujer limeña tuvo por los hijos no guardan decoro a sus madres, discípulas a tres mulatas chilenas, las hermanas y cometen otros gravísimos pecados en Tránsito, Tadea y Carmen Pinilla, “Las Petorquinas” que fundan toda su honra y reputación… (Garrido 1979:179-180). (Sosa 1963 [1616]:158-193. Las mujeres Frente a la realidad de esta mujer morena de como paganización del mundo colonial, América del Sur –de plurales rostros y rastros cultu- Pistone 1992). rales–, sorprendente a los códigos de la normatividad blanca y occidental, las elites europeas intentaron La mujer fue el centro de la sociabilidad y la introducir un control estricto sobre la sociedad en sensualidad de la vida mapuche. El propio lenguaje general y sobre las mujeres en particular. En términos mapuche, de acuerdo a una sugerencia de José religiosos, se enfatizó el culto imperial a la Virgen Bengoa, fue especialmente creación y tradición María como emblema ligado al Estado nacional ca- femeninas: “La lengua mapuche no se impuso,[…], tólico (García 1963). En términos políticos, se buscó por la fuerza de quienes conquistaron, por ser la ‘corregir’ a las mujeres extraviadas en sus dudosos lengua del Estado. La fue imponiendo la costum- comportamientos sociales y sexuales (Peña 2000:109- bre a través de las mujeres. Un proceso al parecer 132. Sobre el disciplinamiento femenino del siglo extremadamente largo” (Bengoa 2007:81). Manuel XVIII, Vasallo 2006; Araya 2008). La exaltación Manquilef señaló en 1911: “La presencia de una estatal de la Virgen se representó en la imagen sublime mujer en una fiesta social araucana era la motiva- de una mujer en el cielo, y remitió al infierno a las dora del amor, porque solo con su mirada cautiva mujeres sospechosas para el imperialismo europeo. al corazón del enamorado araucano” (Manquilef Esta mentalidad no fue, por supuesto, aceptada por 1911:20). las mujeres ‘de color’ (Salinas 1992). Martín Alonqueo, en sus estudios sobre lingüís- tica mapuche, ha dado a conocer la importancia y Indígenas, Moriscas, Africanas el sentido de los nombres que el pueblo mapuche y las Representaciones de la Sociabilidad concedió a sus mujeres. En cada una de sus expresio- Amorosa en Chile nes se advierte la profundidad y la finura amorosas para referirse a la personalidad de la mujer. Es una “Estamos muy lejos de los hermosos tiempos onomástica llena de poesía y de vitalidad en el de Atenas y de Roma […]. El origen más encuentro con el otro: “Saquin, Shakiññ: Preferida, impuro es el nuestro ser […]. Con tales escogida, alma bondadosa”. “Quinturay, Kinturray: mezclas físicas, con tales elementos mo- la que tiene una flor, la que aspira hallar el néctar rales, ¿cómo se pueden fundar leyes sobre y esencia sutil de la flor”. “Llanca, Llanka: perla, héroes y principios sobre los hombres?” belleza, generosidad”. “Anillang, Anüíllang: mujer (Simón Bolívar 1826 en Mörner 1969:90). decidida y magnánima”. “Amuillan, Amuíllang: mujer entusiasta que lleva el altar de su corazón 1. Las mujeres indígenas para servir a los demás, magnanimidad”. “Sayen, Shayeññ: dulce, amable, cariñosa, mujer de corazón Los cronistas castellanos y masculinos de Chile abierto”. “Ayínhual, Ayíñwal: huala querida, pre- observaron con asombro que la principal riqueza, ferida, amorosa, agradable, generosa”. “Ayíqueo, el principal tesoro del pueblo mapuche eran sus Ayükewün: lenguaje suave, agradable”. “Peyeche, mujeres. Pedro de Sosa, guardián del convento Peyeche: mujer inolvidable, recordada, mujer de San Francisco en Santiago de Chile –portavoz popular, mujer buscada”. “Ayínleo, Ayíñleo: amor de la guerra ofensiva contra el pueblo mapuche–, encendido, amor profundo, lleno de amor, amor expresó en el siglo XVII: inextinguible”. “Tripaileo, Trüpaileo: explosión 328 Maximiliano Salinas Campos de llama, bomba explosiva, mujer explosiva, sen- estas deleitables hembras en el más allá, comienzan sible, ardorosa, impulsiva, ardiente, vehemente” por procurarse muchas en la tierra, destinadas a (Alonqueo 1985:21-23). servirles de compañía sempiterna (Matthei 1983)6. ¿Cómo describieron los españoles o criollos esta atractiva presencia de la mujer indígena? 2. Las mujeres andalusíes y moriscas Vicente Carvallo Goyeneche observó una fiesta mapuche del siglo XVIII: “Salen al momento doce Esta imagen del cielo –del Paraíso– tiene rasgos mozas igualmente lascivas y deshonestas, también acaso islámicos7. ¿Contribuyó a ello la población enteramente desnudas, que tomando cada una uno hispano-morisca arribada en los dos siglos anterio- de los ramales, bailan al son de tamboriles; y como res, donde también sobresalieron las mujeres del al mismo tiempo todos beben, enardecidos con la sur de España? Como adivinara Gabriela Mistral: chicha y el vino, usan torpemente de las mujeres “[Desde] Cádiz embarcó un mujerío andaluz bastante propias y ajenas, a presencia del perverso y obsceno copioso: Carmen vino a aligerar el remoto país de concurso, y dura esta lasciva bacanal hasta que la piedra…” (Mistral 1994:63). Se asegura que apuran toda la bebida que prepararon” (Carvallo entre 1532 y 1549 llegaron al Perú por lo menos Goyeneche 1796 X:158). Tomás Guevara precisó trescientas mujeres calificadas de moriscas. Ellas a comienzos del siglo XX: transmitieron su cultura dejando un legado árabe visible en numerosos aspectos, como la vestimenta En sus diversiones colectivas, acompañadas al estilo musulmán, las comidas, y la propagación siempre de exceso alcohólico, la libertad de tonadas y danzas del Oriente (Cáceres Enríquez amorosa se manifestaba tan pronto como el 1995). licor, el baile y la mímica lasciva incitaban En particular, las mujeres andalusíes del siglo la imaginación […]. Estas solteras libres, XVI alcanzaron un inmenso prestigio por sus curre domo, ñua mangere, tenían costum- costumbres amorosas en todo el Mediterráneo. bres extremadamente fáciles. Ejercían la Expresaron un modo de vida donde se podía dis- prostitución desde tiempo inmemorial re- frutar libremente de la dimensión sexual y erótica. corriendo los distintos lugares sin obstáculo La Lozana andaluza, la obra de Francisco Delicado de nadie (Guevara 1908:41-42). de 1524 acerca de una cortesana de Córdoba del siglo XVI, muestra bien este espíritu rebelde y La importancia de las mujeres mapuches como amoroso del ‘mujerío andaluz’ (Fourquet-Reed creadoras de una sociabilidad afectuosa y festiva, 2004). Las mujeres moriscas fueron mal vistas incluyendo elementos ibéricos, se apreció clara- por la cultura católica europea por su desenvoltura mente en el siglo XVIII. En la zona de Chillán las corporal. Se las criticó hasta por el carácter ligero autoridades españolas procesaron a trece mujeres de sus vestimentas8. mapuches por participar en fiestas ‘diabólicas’ –con La sociabilidad oriental implicaba el cultivo música de arpa, guitarra y kultrung– incluyendo la del placer como ritual sagrado o ‘majliss’, donde figura de “una viejecita que repartía chicha a todos en la presencia de las mujeres era protagónica. Éstas, un chuico que jamás se acababa” (Casanova 1994). mezclando los atractivos sexuales con los talentos El jesuita Francisco Javier Wolfwisen en el siglo artísticos y poéticos, contribuyeron a darle una XVIII expresó detalladamente la convivialidad y nota característica a la vida social y a la intimidad el sentido de las mujeres en la sociedad mapuche: cotidiana: “La sensualidad del ‘majliss’ aumentaba El error que han concebido estos paganos en gracias al vino y a la compañía de mujeres” (Mernissi lo que concierne al cielo los ha endurecido en su 2006:151-166). En contraposición con el espacio deseo de la poligamia. Creen que después de la público, territorio de la guerra, en Oriente el territorio muerte serán trasladados a un lugar de felicidad de la paz se cultivó en el espacio interior del ‘harén’, situado más allá del mar, donde en medio de una donde las mujeres sobresalieron por su erotismo y constante abundancia de comida, bebida y de miles su encanto, y donde los hombres se convertían en de cosas agradables, serán servidos como en esta vulnerables: “Cuando amamos dejamos caer las tierra por muchas mujeres, las que, aunque ya no les murallas, borramos las fronteras y eliminamos las procrearán hijos, les darán a beber sin embargo una barreras. Entonces ya no nos afectan los límites” chicha inagotable. A fin de que no haya mengua de (Mernissi 2003:72). Las mujeres indígenas, moriscas y africanas: los mestizajes y la representación de la sociabilidad amorosa en Chile 329 De la mayoría de mujeres españolas solteras “Ay negra, ay samba, que pasaron a Indias a principios del siglo XVI ¿quién será tu dueño?, más tarde –señalan Eduardo Cavieres y René Salinas– “un ¿cuándo yo me vaya?, mañana” (Limonchi número apreciable lo constituyeron prostitutas y 2007:179). cortesanas,… [En] Potosí hacia el año 1582 se contabilizaron 120 mujeres españolas de oficio Escasamente reconocidas en la sociedad colo- licencioso” (Cavieres y Salinas 1991:26). Estas nial chilena y sudamericana las mujeres africanas mujeres pudieron fácilmente pasar a Chile, y con tuvieron una notable presencia desde el siglo XVI. probabilidad fueron parte de las “cautivas y forzadas La historia de las mujeres afrodescendientes en españolas” que originaron la “multitud de mestizos” Chile ha comenzado a reconocerse cada vez más presentes en el territorio mapuche a principios del (Flusche y Korth 1983; González 2008; Soto 1992;). siglo XVII (Sosa 1963 [1616]:161). Se estimaron La mujer en África fue un importante símbolo de quinientas españolas en territorio indígena de Chile la vitalidad y de la fecundidad del mundo. Esto es (Esteva Fábregat 1988:160, ver también Ginobili evidente en sus manifestaciones artísticas, religiosas 1996). Estas mujeres del Mediterráneo participaron y culturales. mucho más que en otros lugares de América en la mezcla de razas y convirtieron la tierra mapuche en La maternidad es una representación habi- un lugar donde se podía amar y ser amado. Fueron tual en la iconografía africana, usualmente las mujeres que “bramaban” –como recordó Gilberto ligada a la fecundidad y con representacio- Triviños– por querer vivir entre los indígenas de nes a veces tan potentes como sensuales y Chile (Triviños 1994:110). conmovedoras. En algunas sociedades matri- Es probable que estas mujeres de cultura y lineales es ésta la imagen de la primogénita espíritu oriental transmitieran no poco de la vida mítica, también de todas las mujeres, por la afectiva propia del mundo árabe, esa ternura, o que se transmiten los derechos de sucesión ‘rahma’ que proporcionó una identidad distinta a […]. Las maternidades kongo reproducen la de la agresión colonial: “Rahma es un concepto la figura de una mujer con su hijo en di- rico y polifacético, es a la vez la sensibilidad (‘ar- ferentes actitudes y están ligadas al poder riqa’), la ternura (‘at-ta´attuf’) y, también, el perdón espiritual y a la fecundidad, y destinadas (‘al-magfira’). Todo lo que es dulce y tierno, que a poner fin a la mortalidad infantil y a la alimenta y da seguridad como un útero (‘rahm’) viene esterilidad […]. Al igual que las figuras de la misma raíz. La lluvia es rahma porque aporta de los antepasados, las maternidades son la prosperidad (‘al-jayr’)” (Mernissi 2007:159). una representación espiritualizada de la No se debe olvidar que el mundo femenino en la supervivencia (Lentini 2004:52). España del siglo XV –no ajeno a la gran tradición oriental– fomentó un espíritu libertario y amoroso Las mujeres afrodescendientes en América que llama hasta hoy la atención de los especialistas del Sur mostraron un sentido de la vida que no se (Rodríguez-Puértolas 1992; Rudelle-Berteaud 2002). dejó determinar absolutamente por la dominación La proverbial sensibilidad amorosa de las esclavizante de los europeos. Las mulatas fueron, en mujeres andalusíes se expresó en la poesía escrita muchos casos, para los demás y para sí mismas, la durante siglos por ellas mismas: “Dulce morenito. representación de un sentido erótico de la realidad9. / ¡Qué suerte la del amante / que duerma contigo!”, Las mujeres mulatas y zambas en el Perú colo- “Boquita de perlas en collar, / dulce como la miel, / nial albergaron una experiencia amorosa o erótica ven, bésame, amigo, / ven junto a mí…” (Rubiera sospechosa para el frágil orden europeo. Como ha Mata 1990:45). expuesto María Emma Mannarelli, podían tener encuentros sexuales con el diablo, o invocar al 3. Las mujeres africanas sol y a la luna, al Inca y a la Colla para los éxitos amorosos. Incluso podían recurrir para ello a la “A la zamba refalosa imaginería cristiana. y en ella refala mi alma. No llores, Negra, Juana de Apolonia, zamba esclava, mientras que tuyo soy” (Aretz 1978:559). se valía de los conjuros al diablo, usaba 330 Maximiliano Salinas Campos ‘varios ungüentos para los dichos ungüentos rasgos indígenas y moriscos, aparte de los africanos, amatorios diciendo traía a los amigos a la fundidos en un multiplicado mestizaje. De acuerdo ilícita amistad de las mujeres por medio de a un documento jesuita de 1724, la población de la Virgen María y de los santos (Mannarelli Chile contaba, además de europeos y criollos, “mes- 1998:33-35). tizos o cholas de españoles y de indios”, “mulatos de españoles y negros” y “chambos, semiindios y Vinculadas, pues, a las prácticas hechiceriles, semimoros” (Mühn 1946:45). Este conjunto mul- las mujeres afrodescendientes, muchas veces acu- tiforme implicó una sensibilidad amorosa singular. sadas de llevar una vida escandalosa y de mantener La particular herencia de la mujer indígena en la amistades ilícitas, dieron espacio a “una sexualidad vida íntima de los mestizos y las mestizas en Chile femenina que se resistía a ser reprimida por las normas se advirtió hasta en la misma designación popular impuestas por las elites” (Mannarelli 1998:41). del acto sexual (la designación del acto amoroso Las mujeres afrodescendientes sobresalieron proviene del aymara “ccaccha”, o “kakcha”, “pecado por una sensibilidad a flor de piel que sorprendió a nefando entre mujer y mujer”, Lenz 1905-1910:151). cualquiera que las conociese, aunque fuese ocasio- Con toda seguridad, estas sensibilidades y nalmente. Un viajero inglés de paso por Mendoza, prácticas amorosas desconcertaron a la cultura Argentina, recordó a principios del siglo XIX: burguesa que comenzó a influir en la región en el siglo XVIII y a principios del siglo XIX. Amadeo [Nos] despedimos de la fonda mendocina. Frézier señaló de las mujeres limeñas: La última persona a quien dije adiós fue la vieja negra cocinera que realmente lloraba Tienen los ojos vivos, la charla placentera, al vernos partir. Era una de las criaturas gustando de la galantería libre, a la que más afectivas y fieles que haya conocido. responden con ingenio y a menudo con Se me acercó al momento de partir para giros que huelen algo a libertinaje según pedirme que me cuidase, entre llorando y nuestras costumbres. Las proposiciones riendo (Head 1920:94). que un amante no se atrevería hacer en Francia, sin merecer la indignación de la La religión africana promovió desde sus propias mujer honrada, lejos de escandalizarlas, experiencias simbólicas la imagen extraordinaria las complacen, […]; las agradecen como si de una mujer amante y dulce en la representa- les hiciera un honor, en lugar de enfadarse ción yoruba de Oshun, diosa nigeriana del amor como si tuviesen mala opinión de su virtud (Zaramaira 2007). (Descola 1964:186). Interidentidades Mestizas Los científicos Juan y Ulloa opinaron de este modo: Aunque soy morenita no me trocara [Estas] mestizas y mulatas desde el se- por otra que tuviera gundo grado hasta el cuarto o quinto se blanca la cara. dan generalmente a una vida licenciosa, aunque entre ellas no es reputada por tal, Blanca la cara, sí, mediante que miran con indiferencia el blanca azucena estado de casarse con sujeto de su igual si la azucena es blanca o el de amancebarse (Descola 1964:187). yo soy morena. El cronista franciscano del Perú en el siglo Azúcar y canela XVIII Eugenio Lanuza refiere esta viva instantánea: son las morenas (Acevedo Hernández 1953:255). Habiendo encontrado en la sala donde nos hospedamos a una moza aprisionada en un La población de Chile en el siglo XVIII integró cepo, le preguntamos la causa de aquella un mosaico demográfico donde lograban reconocerse pena, a que respondió que porque un mozo Las mujeres indígenas, moriscas y africanas: los mestizajes y la representación de la sociabilidad amorosa en Chile 331 había tenido un retozo con ella, de cuya africanas fue, sobre todo en el perturbador –¿o jocosidad le había resultado una inflamación liberador?– espacio nocturno, motivo de inquietud en el vientre, […]. Reímos de la lisura de política y cultural. Oscuridad de la piel, oscuridad de la moza y partimos de la mesa un bocado la noche. En 1551 el cabildo de Santiago prohibió con ella,…” (Lanuza y Sotelo 1998:73). el deambular de estas mujeres bajo la amenaza de cien azotes (Cavieres y Salinas 1991:33). Otro tanto Un viajero en Argentina comentó de las muje- lo fueron las mujeres ‘lusitanas’ –¿portuguesas?– res del pueblo hacia 1825: “[Todas] tienen familia quienes en las noches del siglo XVII escandalizaron aunque no sean casadas; y una vez que pregunté a a las autoridades de la Iglesia santiaguina. El sínodo una joven ocupada en amamantar a una lindísima diocesano de 1688 denunció: criatura, quién era el padre, contestó: ¿quién sabe?” (Head 1920:33). la disolución de muchas Mujeres Lusitanas, Hacia 1818 el norteamericano John Coffin que en comenzando a cerrar la noche, salen identificó en estos términos a las mujeres chilenas de sus Casas, y se van a las Tiendas […], y de la zona de Concepción: de otros Oficios, con pretexto de comprar los Géneros que necesitan; gastando lo más [No] tienen nada de esa reserva en la conver- de la noche, así en las Tiendas como en la sación o en el porte que siempre he creído Plaza y Calles, en disoluciones, y graves instintiva del carácter femenino […] pasan ofensas de Nuestro Señor, de que lo religioso por ser ardientes, fieles y afectuosas, pero y serio del Pueblo está escandalizado; […]. en cuanto a los sonrojos de la modestia, (Sínodos 1983:64-65). es cosa que no sospechan […]. Tienen aun las más serias cierto aire desconocido y ¿Qué peligro constituyeron para el orden y sin pudor y en sus relaciones con el otro la pureza de los blancos? Es probable que la sola sexo admiten libertades y familiaridades presencia de las mujeres en los espacios públicos en la conversación que entre nosotros se fuera para los blancos un problema. considerarían indecentes. No existe aquí nada de reserva y tímida emoción que se En una sociedad como la colonial, la sola experimenta en presencia de la mujer amada presencia de las mujeres en los espacios que constituye el encanto de la sociedad públicos tenía implicancias deshonrosas. Su culta en los tiempos modernos (Cerda vulnerabilidad en lugares como las cortes 1989:157-171). estuvo fuertemente asociada a la exposición de su vida sexual (Mannarelli 1998:17). Samuel Arnold anotó en su viaje por América del Sur a mediados del siglo XIX: La vida y las costumbres de las mujeres del pueblo atrajeron la atención de los observadores Aquí tienen ideas raras sobre moral. Mr. H. extranjeros durante los siglos XIX y XX. Al desem- dice que hay madres que le han traído sus barcar en Valparaíso en 1830 el naturalista francés hijas para que fueran sus amantes, […] el Alcides D’Orbigny reparó en la conducta de las concubinato se toma muy a la ligera en este mujeres mestizas: país y en toda la América del Sur española (Arnold 1951:169). Allí, por la tarde, se ve, a la puerta de cada casa, señoritas hermosas y bien vestidas, Enrique Molina llegó a decir en 1917: “[La] que son las primeras en pedir que uno institución matrimonial tiene menos fuerza en la costa entre cuando se les dirige la palabra; tratan occidental de la América del Sur que en cualquier luego de distraer a sus visitantes cantando, país cristiano, que en los pueblos musulmanes, o en acompañadas por guitarras. Uno se asombra las sociedades de la India, de la China y del Japón” mucho al hallarse de improviso como en casa (Molina 1917:42-44). de conocidos; pero, algún tiempo después Desde los orígenes de la sociedad colonial de vivir en la ciudad, aunque encontrando en Chile la presencia de las mujeres indígenas y en todas partes la misma hospitalidad, no 332 Maximiliano Salinas Campos se tarda en descubrir que no es allí donde como cuando compara las desgarraduras debe buscarse la buena sociedad del país. de la serranía con vértebras y músculos al Ese gran número de mujeres jóvenes, que descubierto. ¿Hay un tipo de pensar que puede contemplarse cómodamente al pasar, al mismo espíritu quisiera hacer carne, y me sirvieron para juzgar, si no el conjunto lo exprese en imágenes y símiles que lo (porque las mujeres de alta sociedad tienen vuelven cosa de palpación más que de rasgos más distinguidos), por lo menos comprensión? (Vasconcelos 1946:224). una clase entera de la nación. Comprobé una gran diferencia en la forma del rostro, El asombro del filósofo mexicano nos aclara el comparadas con las mujeres de Buenos deslumbramiento provocado por el ser mestizo de Aires: en Chile, la cara es generalmente Gabriela Mistral, capaz de superar la propia retórica redonda y participa, sin duda, algo de los intelectual del pensador de la ‘raza cósmica’. rasgos de los araucanos, […] (D’Orbigny La sensualidad de la mujer morena –¿indígena, 1958:529-530). morisca, portuguesa, africana?– en el imaginario mestizo de Chile ha quedado representada, entre otras Fue el clima propio de una época en la cual manifestaciones, por la poesía popular de Roberto los suburbios urbanos mostraron –como ha apun- Parra en la figura literaria de la Negra Ester10. Sus tado Gabriel Salazar– a las “mujeres sonrientes, formas de expresividad popular fueron –por supuesto– independientes, desinhibidas, que ‘sabían’ ofrecer impugnadas de plano y sobre todo por las mujeres alimentos, tejidos, bebidas y hospitalidad […]. Así, autoproclamadas blancas, europeas, renuentes de dondequiera que se instalaban, producían vida, mo- modo real o simbólico a la representación mestiza. vimiento, comida, bebida, canto, baile, sociabilidad Según Joaquín Edwards Bello: desenfrenada” (Salazar 1992:99). El parecer de los extranjeros al respecto se volvió Estas damas, descendientes de conquis- intransigente con el siglo XX. En 1925 se implantó tadores y de funcionarios coloniales, sin en Chile un código sanitario, el Código Long –en mezcla con nativos, pugnan por retornar a reconocimiento al médico higienista norteamericano la naturaleza europea de los bisabuelos y John Long– que prohibió “el ejercicio de la pros- chocan con el clima adverso. Por eso viven titución y de cualquier práctica que conduzca a la en eterna batalla y el pueblo moreno asume exposición de una mujer a todo género de torpeza y para ellas la encarnación de una amenaza sensualidad” (Góngora 1994:233). En 1954 Benjamín secular […]. Las mujeres ricas, de raza Subercaseaux, con su mirada inquietante frente a blanca, creen descubrir en sus criadas la cultura popular, se perturbó ante la “consigna morenas las más sutiles y constantes e diabólica de sensualidad que caracteriza a nuestro invencibles enemigas de su propiedad, por mestizo” (Subercaseaux 1954). cuanto las pobres conocen los secretos de Las mujeres mestizas o morenas de Chile, la tierra (Edwards Bello 1955:84, 346). con sus ancestros indígenas, africanos y moriscos, no ‘comprendieron’ –al modo de la racionalidad Estas mujeres morenas fueron quienes cultiva- occidental y burguesa– el mundo que las rodea- ron la interpretación de los cancioneros amorosos ba. Lo ‘palparon’ desde su modo de ser afectivo. populares, como bien comprobó el filólogo alemán Celebrando a Gabriela Mistral, escribió el filósofo Rodolfo Lenz (Salinas 2011). mexicano José Vasconcelos: ¿Desciende el pueblo chileno, en más de algún sentido, de estas mujeres morenas de los siglos XVI, Su raza nueva –araucana y española se XVII y XVIII? Ellas fueron –o preciaron serlo– proclamaba ella– nos da un mensaje rico libres, desenfadadas. En cierto modo, escandalosas. en densidades de madurez; trémulo de Fueron las cantoras y danzarinas de las atrevidas inquietudes que abarcan todos los temas, ‘zamacuecas’ y ‘mozamalas’. La ‘mozamala’ puede lúcido y siempre franco, atrevido. Poetisa aludir a las mujeres “malas de sus cuerpos”, esto de la tierra, su expresión es siempre con- es, renuentes al canon moral de Occidente. La creta, su visión a veces nos desconcierta, diosa andina de la coca, la ‘Mamacoca’, era una por cierta insistencia en la carnalidad, mujer hermosa y que por ser “mala de su cuerpo” Las mujeres indígenas, moriscas y africanas: los mestizajes y la representación de la sociabilidad amorosa en Chile 333 fue asesinada. Pero de su cuerpo nacería el árbol Las ‘chinas’ fueron calificadas como indígenas de la coca (Bendezú 2003:48-49. La ‘mozamala’ sospechosas de romper la decencia del orden católico y la ‘zamacueca’ fueron bailes, probablemente, de establecido12. Por su parte, las ‘chinas’ animaron la herencia mora y sahariana, cfr. Delgado 2000:92). vida festiva y amorosa chilena del siglo XVII: “[La] A principios del siglo XIX, durante la guerra Dominga Flores y sus tres ‘chinas’ lanzaban al aire de la Independencia de Chile, refirieron las autori- sus potentes y experimentadas voces al compás de dades, había que “mantener en reclusión y virtuoso un esquinazo con arpa y guitarra. La Dominga era entretenimiento a tantas mujeres cuyo desenfreno la mejor ‘cantora’ de Santiago […], ella y sus hijas ha llegado a lo sumo”. “Esas mujeres que son la animaban cualquier fiesta cantando tonadas y ‘saju- piedra del escándalo y el origen de unos perjuicios rias’ durante toda la noche” (C. Salinas 1994:107). que refluyen contra la conservación del orden y Las ‘chinas’ estuvieron relacionadas en las arreglo de costumbres” (Peña 2000). Ellas fueron las sociedades indígenas de los Andes con el mundo adversarias peligrosas del orden realista o patriota del de las concubinas. momento. Había allí una libertad tal que no le convino a ningún representante de la sociedad aristocrática Las concubinas recibían el apelativo de –monárquica o republicana– de Santiago. Menos ‘chinakuna’. Si ‘warmi’ significa mujer al régimen todavía simbólicamente monárquico de y se reservaba para las esposas legítimas, mediados del siglo XIX. El reglamento de la Casa ‘china’ significa hembra y se reservaba de Corrección de Mujeres de 1853 criminalizó a para las concubinas […]. De manera que las mujeres pendencieras, vagas, escandalosas, que el vocablo ‘china’, sensu stricto significa huían del lado de sus madres, por no contenerse a hembra. Aplicado a las mujeres se utilizaba su marido, por lenocinio, por amancebadas, por para las concubinas, que eran ‘hembras’ amistad ilícita, por adúlteras, y un largo etcétera de sus maridos y no esposas (Ellefsen (Peña 2000). En el siglo XIX operaba todavía el 1989:48). principio político monárquico virginal de la pureza colonial (Araya 2004). Las mujeres mestizas en Las ‘mamakunas’ que ejercían como con- los Andes fueron tachadas de “inmorales” hasta el cubinas recibían el apelativo de ‘intip chinan’ o siglo XX: operaba la imagen de la “mestiza grosera ‘punchao chinan’, esto es, criadas del sol o siervas e inmunda” (De la Cueva 2004). de la luz del día, pero nunca el de mujeres del sol. Es probable que de esas mujeres morenas El término ‘willka china’, literalmente, ‘hembra aprendiera el pueblo chileno el carácter fluido y sagrada’, designaba una jeringa para enema usada espontáneo de su comunicabilidad amorosa. No en la cópula sexual con características afrodisíacas necesariamente relacionado ni identificado con el y alucinógenas (Ellefsen 1989:173, 314). padre blanco –situación que condenaría al mestizo a la repetición de la violencia colonial original–, Un ritual mestizo de raíz femenina: creemos que el pueblo chileno se sintió heredero, la ‘china’ de Andacollo y la convivencia hijo de estas mujeres morenas11. Esta filiación amorosa en Chile podemos hallarla de modo espléndido en el elogio de Violeta Parra realizado por su hermano Nicanor “Todos los que están allí, vistos a la luz de (Defensa de Violeta Parra). las estrellas, son gente morena, como no- Particularmente, el pueblo se sintió heredero sotros, y debió serlo hasta el recién nacido, de las ‘chinas’, como se identificó a las mujeres a pesar de los cromos del cristianismo a la plebeyas, denominándolas con esta expresión inglesa, y tostado sería después, de vivir al quechua. ‘China’, si bien tuvo un carácter de dis- sol de los campos y caminar en pespunteo criminación racista –por parte de las elites–, en su de aldea en aldea. expresión ‘chinita’ fue una fórmula sobresaliente (Un poco más allá de Palestina, vive el de afecto y de cariño. “La palabra ‘china’ […] pasó romano blanco, y ‘sabido’, y dueño del de la lengua kitshua al español vulgar, de la que mundo. Pero el recién nacido asomaría se deriva la forma afectuosa ‘chinita’” (Lehmann- en la Judea colonial, y mínima, y paupé- Nitsche 1981:284). rrima) […]. 334 Maximiliano Salinas Campos No es mera estampa de yeso ni tarjeta de En términos ibéricos y mediterráneos, a lo Noel lo del niño que duerme a la escarcha mejor esta imagen femenina tampoco sería del y a la ventisca. A lo largo del Pacífico, todo cristiana. ¿Acaso fue morisca? Mora, morena, del Atlántico y del Caribe, yo me he visto reconocida como mujer divina por los moros en entredormir de ese modo al chiquito indio, España. María fue admitida por los musulmanes al mulato, al negro y al mestizo” (Mistral de Al Ándalus como una mujer corporalmente ge- 1949). nerosa, capaz de brindar el alimento de sus senos: la leche materna. En el siglo XIII las Cantigas de Uno de los acontecimientos más notorios de la Santa María –recolección medieval de leyendas sociabilidad amorosa de Chile colonial nació en el y tradiciones orales– señalan a esta mujer viva y Norte Chico cuando un indígena diaguita –resistente amorosa. La Cantiga 46 revela “cómo la imagen de al sistema colonial: los indígenas destruyeron la Santa María echó leche de las tetas ante el moro”. ciudad de La Serena en 1549– se “encuentra” hacia “Quand´ a imagen enton / viu duas tetas a par, / de 1560 o 1570 con la imagen de una mujer en princi- viva carn´e d´ al non, / que foron logo maar / e deitar / leite como per canudos” (Salvador 2006:329-330). pio española pero que es convertida o transfigurada La ‘china’ de Andacollo –entonces mezcla en ‘china’. Es la ‘china’ de Andacollo. La imagen de zamba, china, chola– estructuró la cultura y de la Virgen María –principio de inviolabilidad y el lenguaje popular de Chile con una inclinación pureza del régimen regio de la Casa de Austria– se amorosa específica. Sabemos también que la ‘china’ trasmuta en una mujer morena a la que se la debe es la ‘niñera, aya de los niños’, y ‘chinear’ puede reconocer con cantos y bailes propios de las ritua- significar ‘llevar en brazos’. Es la madre, o la que lidades andinas. ¿Fue ella expresión de los cultos hace de madre (Bayo 1910:78). Pero también es a las diosas andinas? “La voz Andacollo deriva la mujer amante, amadora. La palabra ‘china’ se del quechua Anta-Coya, que significa cobre-reina” encuentra en los refranes amorosos y festivos de (Uribe Echevarría 1974:45). América del Sur: “China sin amor es más rara que comesario güen perdedor”, “Ñatita y retacona, chinita En la montaña un poco mágica de Andacollo, alegrona” (Moya 1944:383, 565). En el Perú se dice: el oro va por arroyos y regatos, en pepitas de “Era china zalamera / muy guapa y muy oscurita; mostaza o de arroz. Estas aguas milagrosas, / era en todo muy bonita / fresca como un mes de que nacen al pie de un templo indígena, abril. / Sólo le pude decir / Mamita, mi señorita…” mantenían antes a grupos de naturales que (Santa Cruz 1982:309). En Argentina, el gaucho a no querían violentarlas por no extinguirlas; su mujer amada la llama ‘china’. En Chile Rodolfo […] (Mistral 1978:190). Lenz la definió también como “querida, manceba, mujer pública” (Garrido 1979:100). Es casi seguro que se celebrara allí un culto a El lugar de culto de la ‘china’ de Andacollo, las divinidades telúricas tutelares a las que se les en el siglo XVII, fue, en el decir de las autoridades concedieron capacidades reproductoras y protectoras. coloniales de la época, sólo una “ramada indecen- “En las minas, que ellos dicen ‘coya’, reverencia- te”, y su festividad a principios del siglo XIX se ban a los metales mejores, que llaman ‘mama’, y extendía por quince días (Mellet 1959). La ‘chinita’ a las piedras de ellos las horadaban, besándolas, pasó a ser celebrada durante la fiesta de Navidad, con diferentes ceremonias…” (De Murúa 1616 en en el solsticio de verano, como alumbramiento de Hernández 2002:28). un sentido histórico habitado por la solidaridad y la comunidad del nuevo pueblo mestizo, y no por Este ‘mochar’ (beso sagrado) a las piedras el principio de la ‘seriedad de la muerte’ impuesta se realiza porque se les atribuye una capa- por los Habsburgo. La imagen sagrada se sitúa en el cidad reproductora y protectora. Además, terreno del principio del placer, donde el pueblo se al asociarlas al género femenino y el de- une con un mundo restallante de vida. Ella es origen nominar a las piedras que representan los de la vida y del eros que permite alterar el sentido minerales ‘mamas’ indican su capacidad de la historia en favor de los pueblos. A diferencia de reproducción y protección (Hernández del padre blanco quien –como un dios masculino e 2002:28). indiferente– mantiene inconmovibles las estructuras

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Las mujeres indígenas, las mujeres moriscas y las mujeres africanas Palabras claves: mujeres no occidentales, mestizaje, sociabilidad amorosa,
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