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La narración usos y teorias PDF

106 Pages·2007·3.536 MB·Spanish
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Enciclopedia Latinoamericana DE SOCIOCULTl'RA Y COMUNICACIÓN I Enciclopedia Latinoamericana de Sociocultura y Comunicación La narración Usos y teorías María Eugenia Contursi y Fabiola Ferro Grupo Editorial Norma http://www. norma.com Barcelona, Buenos Airts, Caracas, Guatemala, Lima, México, Panamá, Quito, San José, San Juan, San Salvador; Bogotá, Santiago Primera edición: agosto de 2000 ©2000. Derechos reservados por Grupo Editorial Norma Apartado aéreo 53550, Bogotá Diseño de tapa: Ariana Jenik Fotografía de tapa: Eduardo Rey Diagramación: Daniela Coduto Impreso en Cargraphics S.A. - Red de Impresión Digital Printcd ín Colombia Impresión: junio de 2006 ce: 24804 ISDN: 958-04-6002-7 Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin permiso escrito de la editorial Tabla de contenidos Agradecimientos 9 Introducción 11 Primera parte: Las teorías de la narración 21 I. Los procedimientos textuales 21 I.a. Las estructuras narrativas 24 II. El discurso narrativo 34 lia. Discurso/relato 40 II.b. Autor, narrador, narratario, lector 49 II.c. Narración, tiempo y sujeto 56 Segunda parte: Los usos de la narración 61 III. Un uso particular: el discurso histórico 61 III.a. La operación escrituraria 65 lll.b. Explicación e inteligibilidad 72 III.c. El efecto de realidad 76 IV Hacia una reflexión sobre los usos de la narración 78 IVa. La narración folklórica 84 IV.b. La narración etnográfica 91 IV.c. La narración de casos 97 IV.d. Los usos de la narración 100 Bibliografía 105 Agradecimientos Escribir un libro no es una larea fácil, en particular en un contexto como en el que vivimos actualmente en Argentina y en América Latina, Por eso queremos agra­ decer especialmente al Prof. Aníbal Ford, por el apoyo y la confianza que nos brindó tanto cuando nos convocó para trabajar en su cátedra de la Universidad de Bue­ nos Aires como cuando nos posibilitó un espacio y una guía para la realización de este trabajo. También queremos agradecer a la universidad públi­ ca argentina, muy especialmente a quienes la sostienen y defienden, porque a ella y a sus integrantes debemos nuestra formación. En este sentido, queremos destacar la tarea que realizan desde hace años la Prof. Elvira Ar- noux y el Prof. Roberto Bein, quienes nos iniciaron en la docencia y la investigación académicas y quienes siempre nos alentaron a continuar con nuestra labor, aun en momentos adversos. Por último, pero no por ser menos importantes en su contribución, queremos agradecer y dedicar este libro a nuestros familiares, quienes han soportado ausencias y convivencias (a veces, excesivas). En orden alfabéti­ co, para evitar ofensas: Anita Contursi, Graciela Rotger, Guillermo Darré, Irma Cusac, José Luis Chiappa, Luis Rodolfo Ferro, Paola Ferro y Sofía Darré Contursi. Introducción La narración es una forma comunicacional que atra­ viesa los más diversos ámbitos. Cuando nos introducimos en su estudio, nos encontramos, por lo menos, con dos problemas contrarios: la diversidad de consideraciones acerca de qué es una narración y el hecho de que se ha­ ya naturalizado cierto sentido asociado a ella. Por un la­ do, no todas las teorías acuerdan a la hora de catalogar un discurso o texto como narrativo; tampoco coinciden siempre las clasificaciones cotidianas que hacen los suje­ tos sobre ella. Pero, por otro lado, esas incoincidencias no son tantas, por lo que es posible suponer que hay un cierto grado de naturalización (teórica y cotidiana) sobre la concepción de narración y que la reflexión sobre ella, sistemática o no, es importante en “nuestra” cultura. índice de esa importancia es el hecho de que, entre otras, exista una disciplina en la que el término narración aparece tematizado. Así, la narratología se propone como la teoría de los textos narrativos, en especial de los litera­ rios, aunque no exclusivamente. Una importante repre­ sentante de este campo de estudios es Mieke Bal (1998). Esta autora sostiene que "Un texto es un todo finito y estructurado que se compone de signos lingüísticos. Un tacto narrativo será aquel en que un agente relate una historia. Una historia es una fábula presentada de cierta ma­ nera, Una fábula es una serie de acontecimientos lógica y cronológicamente relacionados que unos actores causan o experimentan. Un acontecimiento es la transición de un estado a otro. Los actores son agentes que llevan a cabo acciones. No son necesariamente humanos. Actuar se define aquí como causar o experimentar un acontecimiento.’’1 Esta cita merece algunos comentarios. Sí bien las definiciones que presenta son un tanto esquemáticas, tienen la ventaja de brindamos un punto de partida para discutir la noción de narración, que aparece vin­ culada a las siguientes cuestiones: • la narración se presenta bajo una forma material que supone el uso de un lenguaje (Bal restringe la narración al lenguaje verbal, pero podemos ampliarla a otros tipos de lenguaje, como el del cine); • la narración está indisolublemente ligada a una no­ ción de tiempo que transcurre, que avanza; y, • la narración, para ser tal, necesita de actores que produzcan o sufran cambios. Si bien esta caracterización es útil inicialmente, no es suficiente. La primera característica es la más evi­ dente. Sin embargo, las dos siguientes (que refieren al tiempo y a los actores) brindan una importante “pista” para establecer algunas hipótesis. 1 N.B.: las cursivas son un agregado nuestro. En todas las citas bibliográficas seguimos un sistema de referencia interno en el que el año que consignamos no siempre remite al de la primera publicación, sino al indicado cii el listado bibliográfico anexo. Según Frangois Jullíen2, las culturas de lo que habi­ tualmente se denomina Occidente conciben que el tiem­ po es progresivo y medible. La unidad que permite dar cuenta de que el tiempo avanza y es suceptibie de ser segmentado es la de ocasión, entendida como la coin­ cidencia (estratégica) entre el tiempo y la acción’. Esta estrecha relación entre tiempo y acción, más precisa­ mente, entre el tiempo y las acciones de los hombres, ha marcado la noción de temporalidad en la cultura occidental4. Podemos sostener, al menos a modo de hi­ pótesis, que, si la narración se define como discurso construido sobre una línea temporal, no resulta extraño que la noción de actor sea necesaria. Y esta correlación entre tiempo progresivo y acción puede ser una de las 2 FranQois Jullien es Presidente del Colegio Internacional de Fi­ losofía y Director de Lengua y Civilización de Asia en la Universidad de Parts Vil. En octubre de 1997 dictó, en Buenos Aíres, el seminario “Regímenes de temporalidad en. China y Occidente", en el marco del Seminario Internacional y Programa de Actualización “Regíme­ nes de Temporalidad en las Ciencias Humanas". Hemos asistido a ese seminado y la exposición que sigue es producto de la reformu- 1 ación de las notas que hemos tomado durante el curso. Lamenta­ blemente, no nos ha sido posible conseguir publicaciones de este autor concernientes a esta temática. 3 El pensamiento griego antiguo tiene como gran lugar común la reflexión sobre la ocasión (Ktxipot;), sobre el aprovechar estraté­ gicamente las ocasiones y, en contrapartida, sobre el error de desapro­ vecharlas. Homero, Píndaro, Sófocles, Platón, Aristóteles, entre otros, dedican gran parte de sus reflexiones al problema del tcavpoq 4 Un ejemplo de cómo se ha naturalizado esta concepción de la temporalidad es el de las metáforas cotidianas sobre el tiempo. En la frase “hay que calcular el tiempo”, aparece una metáfora (“calcular el tiempo") que hace hincapié tanto en su posible medi­ ción como en su aprovechamiento. Otros ejemplos son “aprove­ char el tiempo", “perder el tiempo", "actuar a tiempo”, “no dejar pasar el tiempo”. razones por las que se producen coincidencias en las clasificaciones: el suslrato de las teorizaciones sobre la narración y de sus clasificaciones cotidianas es, en parte, nuestra concepción cultural del tiempo, que incluye la noción de actor. Es decir, la naturalización del sentido sobre qué es narración podría ser el producto de la na­ turalización de qué es el tiempo y de nuestra posición respecto de él. Si esto es cierto, aunque sea en alguna medida, po­ dríamos encontrar que las culturas ajenas a Occidentet o las que tienen una concepción diferente de la tempo­ ralidad, también tienen otra concepción de la narración o hacen usos diferentes de ella. Además, la importancia que ha adquirido el tiempo en nuestra mentalidad y vida cotidiana podría explicar el hecho de que la narración, en tanto representación de la temporalidad, haya cobrado un valor central en nuestra cultura y se haya transformado en una práctica cultural general izad a\ Así, posturas como la de Roland Barthesr\ que sos­ tienen que la narrativa tiene un carácter dominante, casi tautológico, se basan en la afirmación de que no existe ni ha existido nunca un pueblo sin relatos; el relato es internacional, transhistórico, transcultural, es decir, uni­ versal. Sin embargo, esta afirmación ha sido puesta en discusión. Por ejemplo, Jack Goody (cf. 1999) ha ex­ plicado que no existen en África relatos extensos como 5 Cf. el desarrollo de diferentes formas de medir el tiempo a través de calendarios (cf. Ewing Duncan, (1999), cuya temática central es “el esfuerzo épico de la humanidad para medir el tiempo") y la conse­ cuente trasposición metonímica entre el tiempo y su representación. 6 Cf. “introducción al análisis estructural de los relatos". En Níccolini (1977). los registrados en los pueblos de la parte sudoccidental de los Estados Unidos o corno en los europeos. En el mis­ mo sentido, sostiene que no en todas las culturas las personas se presentan ante un desconocido constru­ yendo relatos de su vida cotidiana. Estas son muestras de que la narración no siempre se usa bajo los mismos modos y con idénticos valores. Este autor plantea que no se ha comprendido hasta qué punto la narrativa, entendida como largas secuen­ cias con un valor simbólico dentro de una sociedad, en nuestra cultura, está íntimamente relacionada con la alfabetización. Podemos agregar que, aunque existen narraciones orales y narraciones escritas, en sociedades como las llamadas occidentales, tan fuertemente mar­ cadas por la racionalidad de la escritura, ésta ha dado forma a los esquemas narrativos y a sus valores asocia­ dos en función de su propia lógica.7 Por otro lado, la perspectiva de la psicología cogniti- va estudia la narración en tanto forma de conocimiento. Por ejemplo ,J eróme Bruno* sostiene que la narración es una de las dos modalidades fundamentales del funcio­ namiento cognitivo (la otra es la forma paradigmática9 o 7 Cf. infra capítulo III. 8 Citado por Goody, (1999). 9 La distinción entre relaciones paradigmáticas o asociativas y relaciones sintagmáticas es obra de F. de Saussure (1994). Según este lingüista, la paradigmática es una relación en ausencia (de los signos, almacenados en la mente de los hablantes) que forma una serie mnemónica virtual entre los signos lingüísticos que componen el repertorio de una lengua. Por ejemplo, las asociaciones de grupos de sinónimos o de palabras que tienen aspectos fonéticos similares en su pronunciación. En oposición, las relaciones sintagmáticas se dan en presencia de los signos lingüísticos, regulando su combinación.

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