LA I G L E S IA DEL POSCONCILIO V. ENRIQUE TARANCÓN VICENTE ENRIQUE TARANCÓN LA IGLESIA HINNENÍ DEL POSCONCILIO 73 EDICIONES SIGÚEME Apartado 332 SALAMANCA 1967 Í N D I CE INTRODUCCIÓN El «clima» posconciliar 14 Aires pesimistas 18 Lucidez y equilibrio 21 Los caminos de la renovación posconciliar 23 CARACTERÍSTICAS FUNDAMENTALES DE LA RENOVACIÓN ECLESIAL 1. RENOVACIÓN PROFUNDA Superación del espíritu defensivo Superación del espíritu individualista Adaptación a las transformaciones del mundo II. RENOVACIÓN GRADUAL, PRUDENTE Y ADECUADA Mirando al futuro Sobre realidades Proporcionada al medio ambiente ... III. RENOVACIÓN ACORDE CON LA TRADICIÓN El gran peligro posconciliar Fidelidad al Evangelio Fidelidad sustancial a la Tradición . . IV. RENOVACIÓN TRANSIDA DE HUMANISMO . © Ediciones Síyucme, 196? Atención al hombre Núra. Edición: ES 2g8 Respeto al hombre: a su dignidad, a sus derechos Simpatía y optimismo Es propiedad Impreso en España V. SINCERIDAD Y AUTENTICIDAD El compromiso personal Las estructuras y formas de culto . Depósito legal: B. 14037 - 1967 - Imp- Altes, s. L. - Barcelona VI. EL RESPETO A LA LIBERTAD INDIVIDUAL Y COLECTIVA 95 En la exposición de la doctrina 96 INTRODUCCIÓN En las actuaciones pastorales 103 NUEVA FISONOMÍA DE LA IGLESIA I. ENRIQUECIMIENTO DOGMÁTICO . El «misterio» de la Iglesia . ... El sacramento del mundo . ... La colegialidad episcopal . ... El sacerdocio Bases para una «laicología» ... II. RENOVACIÓN MORAL La moral conyugal La responsabilidad personal ... Los deberes sociales Primacía de la caridad III. RENOVACIÓN ASCÉTICA La unidad de vida en el cristiano El valor divino de lo humano Unidad y diversidad en las orientaciones ascéticas La iniciativa y la responsabilidad personal IV. RENOVACIÓN JURÍDICA Unidad pastoral de la Iglesia Consecuencias de la colegialidad episcopal El espíritu de servicio V. RENOVACIÓN PASTORAL Espíritu misionero Planificación Independencia de lo temporal Pastoral de madurez CONCLUSIÓN ... 343 H A sido Paulo VI el que ha hecho resaltar en más de una ocasión la importancia del posconcilio y las exi gencias que entraña para la Iglesia y para cada uno de sus miembros. Decía, por ejemplo, en una ocasión: «Se ha dicho, y lo repetimos, que la eficacia práctica del Concilio, espiritual y pastoral, se medirá por el período siguiente a su celebración, pues su eficacia depende de la aplicación efectiva y concreta de las enseñanzas emanadas del Conci lio mismo. Es importante, pues, que en los círculos espe ciales de los fieles más fieles, del clero y de los religiosos, de católicos conscientes y comprometidos, haya la persuasión de que el Concilio todavía es operante; más aún, que es operante precisamente después de su clausura» l. El mismo Papa se ha referido a una nueva «sicología» creada por el Concilio2, que ha de inspirar y potenciar la renovación de las estructuras, de los métodos pastorales y de las formas de vida cristiana propuesta por los docu mentos conciliares atendiendo a los llamados «signos de los tiempos». Porque si el Concilio «no ha sido transformador... ni radicalmente reformador» —como ha aclarado el Pontí fice— «sí ha tenido un espíritu renovador clarísimo»... Y «con relación a algunos puntos doctrinales y prácticos, 1 Audiencia General, 21-12-65. 2 Discurso a la Academia Pontificia de Ciencias, 23-4-66. 11 el Concilio ha sido también innovador, derivando con fiel realizando una labor de magisterio posconciliar verdade coherencia, de las fuentes genuinas de la Sagrada Escritura ramente asombrosa. En plan de catcquesis dirigida prima y de la buena teología, ciertos criterios y preceptos que, riamente a los miembros del Pueblo de Dios —es lo que para mayor gloria de Dios y beneficio de la misma Iglesia, suele hacer en las audiencias generales tic los miércoles — podemos tener por nuevos». «Y esta herencia del Concilio o de reflexiones teológicas que dirige a los que tienen res — terminaba el Papa— es un compromiso» para todos ponsabilidad magisterial — obispos, sacerdotes, teólogos, los miembros del Pueblo de Dios3. etc.—, va contestando a las preguntas inquietantes que Cada día va afianzándose más en la conciencia de los afloran en estos momentos y encauzando las comentes sacerdotes, religiosos y militantes seglares el sentido de que se manifiestan en los distintos ambientes. Él está deci responsabilidad que la época posconciliar presenta para dido a lograr todos los frutos del Concilio promoviendo todos. La Iglesia vive un momento crucial. Difícil, pero una intensa renovación eclesial, pero evitando, al propio esperanzador. La Iglesia debe renovarse muy intensamente tiempo, los peligros que necesariamente se presentan en para encarnar las nuevas directrices que el Espíritu Santo toda época revisionista. ha señalado por medio de la Asamblea Conciliar. Y ya va Los obispos que compartimos la responsabilidad del mos dándonos cuenta de que la empresa que se ha iniciado Pastor Supremo tenemos el deber de secundar esta con por voluntad de Dios exige la preocupación, el esfuerzo y ducta del Papa, dando resonancia a sus enseñanzas y adap la entrega de todos los cristianos. tando a nuestras iglesias particulares las directrices que él Los mismos hermanos separados y aun los no cristianos propone para la Iglesia universal. están alertados y miran a la Iglesia Católica con una aten Ésta es la finalidad que me propongo en esta Carta, ción extraordinaria. La Iglesia se ha comprometido ante dirigida primariamente a los sacerdotes y religiosos cuya el mundo con la postura conciliar. Y ellos están ahora a responsabilidad es mayor en el Pueblo de Dios; pero que la expectativa, siguiendo con vivísimo interés las orienta ofrezco también a todos los fieles — en especial a los mili ciones pontificias y los pasos renovadores que se van dando tantes seglares que trabajan en obras de apostolado — ya en las iglesias particulares. que es necesaria la actuación conjunta de todos para que No cabe duda de que el Espíritu Santo ha soplado con se pueda realizar ese propósito tan ambicioso. fuerza sobre la Iglesia y sobre el mundo y se ha producido Creo que no puedo ni debo soslayar la problemática que un «nuevo Pentecostés», como afirmó Juan XXIII4, que presenta esta época posconciliar. Estoy convencido, ade ha removido los espíritus y que ha de tener consecuencias más, — la conducta del Papa lo indica claramente — que muy amplias que todavía no podemos prever. el gran quehacer de la Iglesia en este momento histórico * * * es el de encontrar el camino que la acerque a las realidades actuales, para llenarlas de espíritu. La realización del Con El Papa, consciente de su responsabilidad máxima como cilio es ahora la tarea principal para todos. Siguiendo, pues, Vicario de Cristo y Maestro universal de los hombres, está mi costumbre de publicar todos los años un documento 3 Discurso al Colegio Cardenalicio, 23-12-65. pastoral de mayor amplitud sobre problemas vivos, era 4 Discurso clausura 1 .a sesión del Concilio Vaticano II, 8-12-62. ineludible el tema de este año. Y creo que la mejor manera 12 13 Pero las discusiones internas de los Padres, no son más de manifestar claramente mi propósito es titulándolo «La que una manifestación y como un eco de la realidad ecle Iglesia del posconcilio» ya que de esta suerte queda expre sial en la que se entrecruzan las mismas posturas y criterios sada la responsabilidad de todos los miembros de la misma que se han enfrentado en el Concilio. Los obispos reflejan en esa renovación o reforma que el Concilio exige. los criterios y las corrientes de la comunidad que presiden y de cuyo ambiente participan. Y el equilibrio que se con EL «CLIMA» POSCONCILIAR sigue en el Concilio por la asistencia especialísima del Los Concilios tienen su propio clima. Clima que se Espíritu, no elimina necesariamente las posturas divergen proyecta a la sociedad eclesial después de su clausura. tes que ya existían en la Iglesia. Hace falta siempre un La historia nos recuerda las distintas épocas posconciliares tiempo más o menos largo para que las nuevas orientacio y podemos encontrar en ellas unas características propias nes conciliares vayan penetrando y ganando el ambiente — específicas — que con matizaciones quizá un poco dife hasta que sean captadas y asimiladas por todos. rentes, se manifiestan en todos los tiempos. No es extraño, por lo tanto, que después de la sesión Es lógico que en esas Asambleas ecuménicas del ma de clausura sigan las tensiones con el mismo o mayor ím gisterio eclesiástico en las que se perfila la doctrina y se petu que antes. Con la novedad, entonces, de que unos y aplican los principios a las realidades sociales, surjan ten otros pretendan utilizar los textos aprobados para defender siones fuertes — fruto de criterios prudenciales distintos — sus posiciones anteriores. Ahora, por ejemplo, se están y que se provoquen discusiones, a veces enconadas, y aun utilizando textos conciliares para justificar posturas diver que se produzcan posturas extremosas e imprudentes. gentes. Y todos tratan de interpretar las intervenciones La coincidencia fundamental en los principios —aun su pontificias en conformidad con sus criterios personales. poniendo que ésta se consiga en temas no definidos — comporta muchas apreciaciones distintas en su aplicación Cuando por la amplitud de los medios de difusión y a la vida y aun en su misma formulación. Y ningún padre por la hipersensibilidad del mundo moderno han llegado conciliar tiene asegurada la infabilidad personal y ni aun rápidamente a todos los confines de la tierra los incidentes la discreción y la prudencia. de las sesiones conciliares, el problema se agrava necesa riamente. Es natural que los informadores, sensacionalis- Para nadie es un secreto que han existido discrepancias tas casi por profesión, subrayasen y orquestasen las discre muy notables en las sesiones del Concilio Vaticano II. pancias de los Padres. Es lógico que, cada cual, hiciese re Se ha hablado de una mayoría y de una minoría y no sin saltar especialísimamente las intervenciones que favore razón. En algunas ocasiones las tensiones fueron muy fuer cían su peculiar punto de vista. Con lo cual se había de tes. Parecía imposible la coincidencia en puntos fundamen conseguir que las posturas opuestas se fueran endureciendo tales. Pero la hora de la discusión y de las disensiones cede cada vez más, durante la celebración del Concilio, y que el paso en el Aula Conciliar, a la hora de la madurez y de sea más difícil reducirlas a unidad en la época posconciliar. la unidad. La asistencia del Espíritu asegura la lucidez y La confusión y el desconcierto son consecuencias casi inevi el equilibrio que se reflejan en los documentos conciliares tables de ese hecho. y hace coincidir plenamente a todos los miembros de la * * * Asamblea. 14 15 Este fenómeno es normal en las épocas posconciliares. Toda época de renovación o de reforma presenta, ade No puede extrañarnos demasiado y menos, escandalizar más, una problemática muy variada que tiene como base nos. Yo me atrevería a decir que sustancialmente, es un la inestabilidad; ya que se trata, precisamente, de cambiar buen síntoma, aunque siempre sean lamentables los exce estructuras o formas de vida y no siempre se ven claras sos. Es señal de vitalidad. Lo peor que podía acontecer las formas definitivas. En los documentos conciliares, efec actualmente a la Iglesia es que todos continuásemos con tivamente, se han recogido los grandes principios que han nuestra vida y actividades de antes, como si no se hubiese de orientar la reforma y se han señalado las metas que celebrado el Concilio. Que no acabemos de entendernos deben conseguirse. Pero ni se han sacado en ellos todas las al formar los juicios prudenciales en orden a la reforma, es consecuencias de los principios establecidos — que incluso lógico. Los hombres, además, somos de tal suerte que mar podían no estar explícitas, al menos plenamente, en las camos siempre con nuestra limitación y mezquindad los conciencias de los mismos padres conciliares— ni se ha mismos acontecimientos providenciales. precisado la táctica o los medios que se deberán utilizar, ni el ritmo a que debe hacerse la evolución. & * -k Es lógico que surjan discrepancias cuando se trate de El Concilio que terminó el año pasado ha tenido un realizar la reforma. Los impacientes y los más osados, radi matiz especial, bastante distinto al que tuvieron los otros calizando los principios propuestos, intentarán llevarla a Concilios de la Iglesia. Esa peculiaridad ha creado también, un ritmo acelerado y darle una profundidad y una ampli como es lógico, sus propíos problemas. tud que la convertirían en una auténtica revolución, mien La apertura al mundo de hoy con el que ha pretendido tras que los «prudentes» y los tímidos se asustarán ante iniciar un diálogo sereno y leal; la atención persistente a esos propósitos y mirarán con recelo todas las innovaciones «los signos de los tiempos» que ha presidido todas las deli que, a su juicio, cuartean aquel clima de «seguridad» en beraciones conciliares; el deseo vivísimo «de conocer, de el que vivían tranquilamente. comprender, de penetrar, de servir, de evangelizar a la Los mismos sacerdotes y religiosos se encontrarán sociedad que la rodea y de seguirla, por decirlo así, de desconcertados. También entre ellos surgirá la división. alcanzarla casi en su rápido y continuo cambio»; «el descu Unos, fijándose exclusivamente en los fallos de la pastoral brimiento de las necesidades humanas... que ha absorbido realizada hasta ahora, querrán imponer cambios radicales. la atención de nuestro sínodo» 5; el reconocimiento explí Otros, viendo los riesgos que todo cambio produce en las cito de los derechos de la persona humana que ha exigido masas poco formadas, aceptarán teóricamente la renova una explicación más rica y más completa de algunos puntos ción pero se opondrán a ella en la práctica. de doctrina que se daban por definitivos —piénsese, por Es natural en este clima que surjan divisiones en el ejemplo, en el ecumenismo, en la libertad religiosa, en la clero, que proliferen criterios extremosos y se ensayen declaración sobre las religiones no cristianas, en el nuevo posturas atrevidas e incluso que se produzcan escándalos y hasta desviaciones doctrinales — en una y en la otra ten 5 Alocución sesión pública clausura del Concilio Vaticano II, dencia— como Paulo VI ha subrayado en distintas oca 7-12-65. siones. 17 •\a 2 matiz que va tomando la obediencia ahora más racional, en todos presente las mismas características ni tenga más activa, más responsable y humana— han desconcer idéntica orientación tiene siempre una causa común: la tado a no pocos católicos tradicionales. división cada día más enconada entre unos y otros que El Concilio Vaticano II ha introducido efectivamente enfrenta a católicos con católicos, a sacerdotes y religio una nueva mentalidad y una nueva sicología. Y esto no se sos con religiosos y sacerdotes y a unos y otros con la impone por decreto. Las grandes masas, sobre todo, con Jerarquía. su fe recia aunque poco formada, con su piedad sincera La división es evidente. Los choques son ciertos y han aunque un poco exteriorista, con su amor apasionado a la sido aireados y comentados con poca prudencia, aunque Iglesia más por educación que por convicción personal, quizá con buena intención. El peligro, por lo tanto, existe con su visión un poco simplista de todas las cosas, han y todos nos hemos de prevenir contra él. tenido que sufrir un choque profundo, y aunque acepten Pero la verdad es que lo que está sucediendo es per en bloque lo que dice el Concilio, por espíritu de fe, tar fectamente normal en estas circunstancias —y aun no es darán en asimilar esa nueva sicología. Queriendo ser reno tan grave como lo acaecido en otras parecidas — y que no vadores porque lo quiere la Iglesia, boicotearán práctica existe una razón seria para ser pesimistas. El Espíritu Santo mente todas las innovaciones. El Papa ha dicho que «el ha conseguido su propósito hasta ahora, a pesar de los Concilio ha sido una gran novedad», y que «no todos los hombres algunas veces, y podemos estar seguros de la efi ánimos estaban preparados para comprenderla y agrade cacia de su actuación en la Iglesia de Dios. cerla». Exige, añadía, «una reforma sicológica» y «no es Paulo VI, que se ha visto obligado a hablar muy seria nada fácil — en su aplicación — en cuanto que supone un mente sobre algunas cuestiones fundamentales y básicas cierto desarrollo en la doctrina, y consiguientemente, en la para prevenir desviaciones que o se habían iniciado ya o praxis»6. podían producirse — sobre la inmutabilidad, por ejemplo, Todas estas consideraciones explican perfectamente el de las verdades de fe que podía peligrar en un ambiente momento «de incertidumbre, de inquietud» y de confusión relativista 8, sobre la obediencia a la autoridad 9 y la adhe que estamos viviendo y que se manifiesta en posturas extra sión al magisterio oficial de la Iglesia que algunos desva ñas, aun en los mismos ambientes clericales, como ha pun lorizaban prácticamenteI0 — no es pesimista. Él mira tualizado el Papa7. ilusionado hacia el futuro. Y aunque reconoce y valora justamente las dificultades del momento presente, sus pala bras están siempre impregnadas de una esperanza alegre, AIRES PESIMISTAS serena y segura que disipa las tinieblas que el confusionis En los últimos meses — ya desde el verano pasado — mo y las tensiones actuales pueden producir. he podido detectar en no pocos ambientes sacerdotales y Tampoco nosotros podemos ni debemos ser pesimistas. religiosos y aun de militantes seglares un aire de pesimismo que se hace cada vez más denso y más fuerte. Y aunque no 8 Audiencia General, 7-9-66. 9 Audiencia General, 5-10-66. 6 Discurso a la Academia Pontificia de Ciencias, 23-4-66. i° Discurso al Congreso Internacional de Teología del Conci 7 Discurso semana «Aggiornamento», 9-9-66. lio Vaticano II, 2-10-66. 18 19 Ha sido el soplo del Señor el que ha removido los espíritus LUCIDEZ Y EQUILIBRIO y es «el mismo Espíritu Santo el que impulsa a la Iglesia a que abra nuevas vidas de acceso al mundo de nuestro «Está comenzando una nueva era histórica en la Igle tiempo» (PO 22) y el que está ahora asistiendo extraordi sia», decía Paulo VI en septiembre del año pasado. «Es nariamente al Vicario de Cristo en la tierra en la realización verdaderamente necesario —decía— que cuantos ama de la tarea posconciliar. mos a esta santa y bendita Iglesia de Dios, que cuantos «La Iglesia (en el Concilio) se ha recogido en su íntima tenemos en ella cualquier autoridad o función, que cuan conciencia espiritual, no para complacerse en eruditos aná tos advertimos el peligroso momento, y quizá decisivo, por lisis de sicología religiosa o de historia de su experiencia el que atraviesa la fe de nuestro pueblo, es necesario, deci o para dedicarse a reafirmar sus derechos y a formular sus mos, procurar tener ideas claras y seguras, movimientos es leyes, sino para hallar en sí misma, viviente y operante en tudiados y coordinados y un empeño decidido y generoso». el Espíritu Santo, la palabra de Cristo y sondear más a Y es en ese mismo discurso en el que dice que es nece fondo el misterio, o sea, el designio y la presencia de Dios sario dar «una respuesta clara y rápidamente tanto en el por encima y dentro de sí y para reavivar en sí la fe, que es campo doctrinal como en el disciplinar, para evitar que el secreto de su seguridad y de su sabiduría, y reavivar el el fermento de ideas y movimientos, que nos ha traído el amor que le obliga a cantar sin descanso las alabanzas de Concilio, se traduzcan en una arbitraria inestabilidad de Dios... Los documentos conciliares... demuestran cuan pensamiento y en una menor cohesión de la vida orgánica límpida, fresca y rica es la vena espiritual que el vivo con eclesiástica», y cuando reclama que «el espíritu de nuestro tacto con Dios vivo hace saltar en el seno de la Iglesia y clero vuelva a encontrar su lucidez y equilibrio». correr por su medio sobre los áridos terrones de nuestros En estas dos palabras que utiliza el Papa: «lucidez y campos» ". La Iglesia, por lo tanto, está ahora en magní equilibrio», está la solución perfecta y definitiva de los pro ficas condiciones para emprender esa tarea ambiciosa que blemas que esta etapa de renovación nos presenta. puede abrir una nueva época en orden a la influencia de la Lucidez para interpretar correctamente los textos con misma en la sociedad humana. ciliares y pontificios y para no perder nunca de vista la No podemos ni debemos ser pesimistas, aunque hemos finalidad sobrenatural y misionera de la Iglesia. Equilibrio de reconocer las dificultades que encierra el momento actual. para no dejarse llevar por esas corrientes impetuosas y ex Y hemos de prepararnos para superarlas con el menor daño tremistas que, con pretexto de fidelidad a la tradición de posible para las almas. Una reflexión honda y serena se la Iglesia o con excusas de comprensión de la humanidad nos impone ahora a todos para no dejarnos llevar por «cual actual, quieren llevarnos o hacia un inmovilismo inacepta quier viento de doctrina» (Ef 4,14) que pudiera alejarnos ble o hacia «un mortificante conformismo con el mundo de la línea conciliar. profano, aferrándose (unos) al modo de hacer de otros tiempos, como si fuesen tradiciones intangibles, o apelando (otros) al Concilio como si su autoridad cubriese cualquier novedad arbitraria» I2. 11 Alocución, 7-12-65. " Discurso semana «Aggiornamento», 9-9-66. 20 21