KIRBERG TESTIGO Y ACTOR DEL SIGLO XX Luis Cifuentes S. (Segunda Edición para la World Wide Web) 1999 KIRBERG: TESTIGO Y ACTOR DEL SIGLO XX Primera edición: noviembre de 1993 Copyright © Luis Cifuentes S. Santiago de Chile, noviembre de 1993 Registro de propiedad intelectual Nº 88.667 ISBN 956-272-017-9 Producida por la FUNDACION ENRIQUE KIRBERG Brown Norte 652, Santiago, Chile Fonofax: (+) (56) (2) 274 2155 La primera edición fue producida con apoyo de las siguientes organizaciones y personas: - Asociación de Académicos de la USACh - Asociación de Funcionarios de la USACh - Federación de Estudiantes de la USACh - Dra. Gladys Bobadilla y otras contribuciones individuales. Segunda edición (para la World Wide Web): agosto de 1999 Second edition (for the World Wide Web): august 1999 Copyright © Luis Cifuentes S. Autorizada su reproducción y traducción, en todo o en parte, SOLO PARA FINES NO COMERCIALES, dando referencia bibliográfica completa (autor, título y copyright). Reproduction and translation of this book, in whole or in part, are authorized FOR NON-COMMERCIAL PURPOSES ONLY. Author, original title and copyright must be given in all cases. DEDICATORIA A la memoria de Gregorio Mimica Argote, dirigente estudiantil desaparecido en septiembre de 1973. INDICE Introducción a la Segunda Edición (para la World Wide Web) Introducción a la Primera Edición Obituario a la manera de Prólogo Capítulo 1: Estudiante y líder Capítulo 2: Militante y político Capítulo 3: Profesional y empresario Capítulo 4: Académico y rector Capítulo 5: Prisionero político y exiliado Capítulo 6: Lejanías y regresos Capitulo 7: Testigo y actor Apéndice I: Cronografía (1914 - 1991) Apéndice II: Cronología de Enrique Kirberg Apéndice III: Muertos y desaparecidos de la UTE-USACh Apéndice IV: Presentaciones en el lanzamiento del libro (abril de 1994): Edgardo Enríquez Carlos Orellana Alejandro Yáñez Alicia Salinas Luis de la Torre Luis Cifuentes INTRODUCCION A LA SEGUNDA EDICION (para la World Wide Web) Al cabo de seis años de lanzada la primera edición de este libro, se ha hecho necesario realizar una segunda para colocarla en el dominio público, específicamente en la World Wide Web, a disposición de quien se interese por conocerla. Esta decisión ha sido una respuesta del autor y de la Fundación Enrique Kirberg al interés surgido, especialmente en círculos estudiantiles, en torno a la Reforma Universitaria de los años 1967-1973 en Chile, proceso del cual don Enrique Kirberg fue uno de los protagonistas fundamentales. El interés en este libro también fue acrecentado al cumplirse el sesquicentenario de la fundación de la Escuela de Artes y Oficios (1849), la primera escuela técnica chilena, que más de un siglo después (1952) daría origen a la Universidad Técnica del Estado (UTE). Don Enrique Kirberg fue alumno de la Escuela de Artes y Oficios y de la Escuela de Ingenieros Industriales, dos de las entidades fundadoras de la UTE y le correspondió dirigir el movimiento estudiantil que en los años 40 realizara la exitosa campaña por la fundación de esta universidad. Años después, Kirberg sería el primer rector de la UTE elegido (1968) y dos veces reelegido (1969 y 1972) en claustro pleno de académicos, estudiantes y funcionarios Aparte de algunas correcciones menores del texto y de algunas referencias bibliográficas adicionales, lo nuevo en esta Segunda Edición es el Apéndice IV. Este contiene las intervenciones realizadas en la ceremonia de lanzamiento de la Primera Edición, en abril de 1994, incluida la del Dr. Edgardo Enríquez Frödden (q.e.p.d), primer Presidente de la Fundación Kirberg, quien fuera Rector de la Universidad de Concepción y Ministro de Educación del gobierno del Dr. Salvador Allende Gossens. Con el mayor agrado ofrecemos esta obra a todos quienes se interesen en la historia de Chile y sus universidades en el siglo XX. EL AUTOR Santiago, agosto de 1999 INTRODUCCION A LA PRIMERA EDICION Este libro es un testimonio, un retrato parcial de Enrique Kirberg Baltiansky en sus propias palabras. No es, por lo tanto, una biografía. A través de mis preguntas he elegido concentrar la atención del lector en Kirberg el dirigente estudiantil, el político y militante, el profesional y empresario, el académico y rector, el prisionero político y exiliado, en suma, el testigo y actor de los últimos dos tercios de siglo de la historia chilena 1. Tal elección implica, necesariamente, limitaciones. Aunque desfilan por estas páginas hechos y personajes de trascendencia histórica y se reflejan en ellas aspectos íntimos del protagonista, Kirberg, el hijo, el esposo, el padre, el amigo, el colega, el maestro, tendrán que esperar un enfoque propiamente biográfico. Dada esta demarcación, a pesar de lo interesante que podría haber sido incluir opiniones de terceros, no hay aquí mas que un diálogo entre entrevistador y entrevistado. Las conversaciones, cuya transcripción editada constituye la mayor parte del texto, tuvieron lugar en Santiago en enero de 1991 y el proceso de edición y revisión se extendió hasta el fallecimiento de Kirberg, en abril de 1992. Conscientemente elegí no chequear en detalle los recuerdos aquí vertidos con el registro histórico. Las posibles inexactitudes, los baches de la memoria y las discrepancias con otras visiones, acaso indeseables en una biografía, son parte consustancial de un testimonio. Este libro, por tanto, no tiene como tema la historia del siglo XX, sino que un recorrido individual y una comprensión particular de ella: los de Enrique Kirberg. El lector sacará sus propias conclusiones. Los Apéndices I y II procuran entregar un trasfondo cronológico al texto, el primero listando los sucesos históricos más relevantes al período en cuestión y el segundo, trazando un escueto currículum vitae del protagonista. El Apéndice III es un homenaje a los caídos de la UTE-USACh. El objetivo de estas páginas consiste en promover reflexiones en torno a la historia y la cultura chilenas, manteniendo sobre el tapete de la discusión las ideas de la tradición progresista, pilares de la construcción de cualquier futuro digno de vivirse. EL AUI'OR Swannington, Leicestershire, septiembre de 1992 1 Ver un recuento del autor acerca de la generación de este libro en el Apéndice IV. OBITUARIO A LA MANERA DE PROLOGO El 23 de abril de 1992 falleció en Santiago don Enrique Kirberg Baltiansky. Este obituario, escrito por el autor, fue publicado por el diario La Epoca de Santiago. Con correcciones menores, lo reproduzco aquí a modo de presentación del protagonista de este libro. KIRBERG : EL PERSEVERANTE OPTIMISTA. En 1794 fue fundada la primera universidad tecnológica en la historia: l´Ecole Polytechnique de París. Surgió, junto a los modelos de Napoleón y Humboldt, como una expresión del renacimiento universitario de los 1800. El desarrollo del modelo tecnológico, aunque masivo e importante, fue, un proceso a sotto voce. Sólo en la segunda mitad del siglo XIX llegó a hablarse de "Technische Hochschulen" y, recién en el siglo XX, de "Technische Universitäten" La razón hay que encontrarla en el origen social de la enseñanza técnica: desde sus comienzos, fue dirigida a los estratos menos privilegiados y su agitada historia estuvo ligada a movimientos progresistas. L'Ecole Polytechnique es aún conocida como "la fille de la Révolution". Las universidades técnicas tuvieron así, desde, sus inicios, un carácter socialmente plebeyo y políticamente rojizo. Enrique Kirberg Baltiansky fue un ejemplo típico de esta tradición histórica. Hijo de inmigrantes judíos, nació en Santiago en 1915. Luego de una modesta y feliz infancia en Valparaíso y Quilpué, ingresó, como alumno interno, a la Escuela de Artes y Oficios, fundada en 1849, cuyo primer director, el ingeniero y pedagogo francés Jules Jariez, había procurado modelar de acuerdo a la matriz parisina. Avido lector, agudo observador de su tiempo y animador incansable del movimiento estudiantil, Kirberg fundiría sus sueños de adolescente prematuramente huérfano, las largas conversaciones con su tío Mauricio, el menchevique, su participación en las guardias estudiantiles a la caída de Ibáñez, su presencia en el Soviet nacido durante la efímera "República Socialista" del año 32 y su militancia en la Juventud Comunista, para proponerse, a temprana edad, dejar su marca vital en este Chile que ya entonces constituía el centro de su identidad. Fundador y primer presidente de la FEMICH (Federación de Estudiantes Mineros e Industriales de Chile), le correspondió también iniciar y encabezar la intensa y victoriosa campaña que, en los años 40, condujo a la fundación de la Universidad Técnica del Estado (UTE) a partir de escuelas técnicas superiores preexistentes en siete ciudades chilenas. Durante años de trabajo político legal o clandestino, incluida su labor de contraespionaje antinazi durante la segunda guerra mundial, entre períodos de persecución, presión y relegación, Kirberg se tituló de ingeniero eléctrico y continuó su carrera profesional y académica, llegando a ser un destacado empresario ingenieril, especialista en iluminación y catedrático del ramo en la UTE y en las Escuelas de Arquitectura de la Universidad de Chile en Santiago y Valparaíso. A consecuencia del movimiento de Reforma Universitaria, la UTE celebró, en agosto de 1968 y por primera vez en su historia, elecciones democráticas de rector con participación de profesores y estudiantes. Como obedeciendo una inexorable lógica, las fuerzas de la reforma nombraron candidato a uno de los fundadores del alma mater. Ante la aguda sorpresa de muchos, Kirberg fue elegido rector y reelegido un año más tarde. Luego de promulgarse el estatuto reformado de la UTE, triunfaría por tercera vez en 1972. Sería demasiado largo listar aquí los muchos logros de su administración. La UTE se transformó por completo. Abrió sus puertas al Chile emergente y esperanzado, fuente de su origen e identidad y salió a buscarlo a las fábricas, minas y pueblos olvidados. Se abrieron las puertas a la participación de todos los estamentos y la riquísima discusión en sus claustros, en torno a la problemática más trascendente del país y del mundo, terminó por convertirla en una universidad con toda la barba. Ella aventó su autoimagen de universidad menor y se atrevió a todo. Sin embargo, no fue impermeable a la marea histórica ni a la aguda y trágica polarización que desgarró la sociedad chilena. El golpe de Estado de 1973 la convertiría en el blanco académico central, con 62 víctimas fatales comprobadas, cientos de prisioneros políticos, torturados y exiliados, el despido arbitrario del 50% de sus profesores y funcionarios y el cercenamiento de todas sus sedes provinciales. Kirberg sería el único rector chileno en sufrir dos años de prisión y doce de exilio forzado. Durante su estadía en Nueva York, y luego en Montevideo, realizó una incansable campaña por la solidaridad para con los perseguidos en Chile, mientras acumulaba honores académicos y publicaba dos libros sobre temas universitarios. A su retorno, en 1987, la parte más viva de su jibarizada y desnombrada universidad lo recibió en triunfo. Dos mil estudiantes lo pasearon por el Campus de Avenida Ecuador al grito de "¡Aquí está nuestro rector!". Entre 1969 y 1973 Kirberg, el visionario, había propuesto y fundado 24 institutos tecnológicos de Arica a Punta Arenas. La dictadura eliminó, de una plumada, 23 de ellos. Al volver al terruño, 14 años después, se encontró con un Chile lleno de institutos tecnológicos privados, dándole elocuentemente la razón. En agosto de 1991 ya muy enfermo, volvería una vez más al viejo teatro de la Escuela de Artes y Oficios a recibir el Doctorado Honoris Causa en una ceremonia que, como dijo certeramente su rector (Eduardo Morales), honró más a la USACh que al homenajeado. En extensas conversaciones sostenidas en 1991, a pesar del traumático derrumbe de su largamente acariciada utopía socialista, vi en él la inclaudicable decisión de continuar con sus antiguas cruzadas, signo de una poderosa inmanencia, acaso la misma que animó la acción de la escuela parisina hace casi 200 años; sin duda, la que dio origen a su universidad, la que hoy, arrastrando un opaco seudónimo y tratando de ignorar los sibilinos editoriales que proponen su desaparición, vacila aún entre asumir o no su pasado, entre hacerse o no depositaria de la acerada determinación de existir y trascender que Kirberg, el perseverante optimista, luchó siempre por entregarle. Pero sea cual fuere el futuro que la USACh elija para sí, la tenaz, semilla de Enrique Kirberg permanecerá. Somos muchos sus porfiados discípulos que andamos sueltos por el mundo sembrando y empujando sueños onerosos y llevando en nuestras almas, en negro y anaranjado, las tres letras cordiales: UTE. EL AUTOR Cleveland, Ohio, abril de 1992 CAPITULO 1 ESTUDIANTE Y LIDER. C : Don Enrique, en estas entrevistas trataré de construir un retrato de su persona pública en sus propias palabras. Quisiera empezar por su infancia y sus primeras experiencias de liderazgo. KIRBERG: De acuerdo. C : ¿Dónde y cuándo nació Ud.? KIRBERG : Nací en Santiago, pero mi padre me inscribió en Valparaíso. Aunque mi infancia transcurrió en varios lugares, mis principales recuerdos son de Valparaíso y Quilpué, por lo tanto me considero porteño y cuando alguien dice que lo soy, yo no lo desmiento. Nací en plena guerra mundial, el 30 de julio de 1915, creo que a medianoche. C : ¿Cuál fue su trasfondo familiar? KIRBERG : Una familia de inmigrantes judíos. Mi padre era hijo de inmigrantes austriacos que se radicaron en Argentina. Él nació allí y viajó a Chile en su adolescencia, alrededor de 1910. Mi madre era hermana de cuatro mocetones judíos rusos de apellido Baltiansky que llegaron a Chile huyendo de las persecuciones de judíos en Rusia y del servicio militar del zar, que duraba cuatro años. Mis padres se conocieron en Chile y se casaron, creo que en 1912. Mi padre no tenía profesión y trabajaba de comerciante como casi todos los inmigrantes. Yo de niño lo veía trabajar en los cerros de Valparaíso vendiendo cuadros que él mismo fabricaba en la casa. Los clientes le pagaban dos o tres pesos por semana. Mi hogar era modesto, pero no faltaba nada. Muy pulcro, muy limpio todo, nunca vi alcohol. A veces se reunía un grupo de judíos al anochecer, comían maní, nueces y tomaban Bilz. Hablaban en yiddish, que yo no entendía bien. Mi padre fue un autodidacta y siempre se preocupó de mi educación. Sabía mucho, me explicaba y me enseñaba. Teníamos largas conversaciones. Sus cartas eran muy lindas. Cuando más adelante estuve interno en la Escuela de Artes y Oficios, yo juntaba sus cartas que desgraciadamente perdí. Él murió justamente el año que yo terminaba en la Escuela. Por ahí por el año 24 o 25 nos fuimos a Quilpué y allí mi padre conoció a unos terratenientes y les propuso lotear y vender algunas de sus tierras. En
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