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josé antonio marina carmen pellicer PDF

216 Pages·2016·2.94 MB·English
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JOSÉ ANTONIO MARINA CARMEN PELLICER LA INTELIGENCIA QUE APRENDE La inteligencia ejecutiva explicada a los docentes © José Antonio Marina y Carmen Pellicer, 2015 © de esta edición, Santillana 2015 Santillana Educación, S. L. Avenida de los Artesanos, 6 28760 Tres Cantos - Madrid ISBN: 978-84-680-2557-5 CP: 737313 Depósito legal: M-21326-2015 Printed in Spain Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. SUMARIO 7 | PRÓLOGO 9 | INTRODUCCIÓN 23 | PRIMERA PARTE. Descripción de las funciones ejecutivas 25 | Capítulo primero 37 | Capítulo segundo 49 | SEGUNDA PARTE. Didáctica de las funciones ejecutivas 51 | Capítulo primero 101 | Capítulo segundo 151 | Capítulo tercero 179 | Capítulo cuarto 209 | EPÍLOGO 211 | BIBLIOGRAFÍA O RI A M U S | 5 | O G O L Ó R P Somos la única especie que educa a sus crías. Esto es lo que nos define. Aprendemos y transmitimos lo aprendido. Gracias a este mecanismo, la inteligencia se ha recreado a sí misma, porque aprender es utilizar una competencia para ampliar esa misma competencia, iniciando así un bucle ascendente y prodigioso. La evolución biológica depositó a los humanos en la playa de la evolución cultural, es decir, de la educación. Y ahí seguimos. En esa sorprendente historia hubo un gigantesco avance que posible- mente coincidió con la aparición del lenguaje: aprendimos poco a poco a controlar nuestros propios cerebros, nuestro propio aprendizaje, nuestra propia conducta. La inteligencia instintiva fue rediseñada por lo que llama- mos inteligencia ejecutiva. Así emergió la inteligencia humana. Así comenzó nuestro vuelo. La escuela colabora en ese progreso. Este libro, escrito por dos apasio- nados de la educación, quiere traer a la pedagogía lo que otras ciencias –la neurología, la psicología evolutiva, la antropología– ya saben. Los docentes, que tenemos un papel decisivo en la evolución cultural, debemos ser cons- O G cientes de la energía que desde la historia nos impulsa, y de las posibilidades O L Ó que nos ofrece. R P | 7 | La teoría ejecutiva de la inteligencia Cuando entramos en las aulas, todo ese bagaje que alimenta nuestra identidad educadora se pone en acción. A la primera mirada sabemos qué está pasando, pulsamos la temperatura emocional de nuestros alumnos, identificamos su estado de ánimo, cualquier anomalía: si no mantienen el contacto visual habitual, si el alumno de la izquierda tiene los ojos enroje- cidos, no le han lavado el pelo a la rubia de la esquina, o el de la última fila vuelve a llevar la camisa sucia de los últimos días. Repartes las fotocopias y ves las miradas, ya interesadas ya perdidas, lees y de reojo sabes si es- cuchan, incluso si entienden, respiras satisfecho cuando hacen preguntas entusiastas y paras si han perdido el hilo... Tuerces el gesto cuando observas cómo escriben con faltas de ortografía, de forma desordenada, y te sientes orgulloso del logro del más cafre del grupo... Sabes cuándo mienten si han olvidado los deberes o cuándo contestan de forma impulsiva sin pensar, controlas el tiempo en el que el más agresivo se calienta y con quién no debes sentarle si quieres evitar un conflicto... Cincuenta minutos en tensión constante en los que te dejas la piel y la energía en una toma de decisiones constante que es la esencia de la mejor didáctica. Porque sabes, ya que eres excelente, que si bajas la guardia, las posibilidades de que se produzca ese clímax mágico del aprendizaje no será posible para todos ellos. Eso es lo que nos lleva a explorar cómo piensan nuestros alumnos, a reflexionar y buscar cada día nuevas formas para poder responderles. Por eso, queremos asomarnos a explorar en profundidad cómo funcionan sus mentes, para poder entrenar sus inteligencias de una manera más eficaz. En este libro buscaremos las claves que hacen que sus cabezas se pongan en acción con un doble objetivo: comprender mejor qué hay detrás de sus reacciones y comportamientos, y diseñar nuestras aulas de una manera creativa y rigurosa para poder ayudarles a todos a aprender mejor. Este libro recoge parte del trabajo efectuado en la Cátedra «Inteligencia ejecutiva y educación», que dirigimos en la Universidad Antonio de Nebrija de Madrid. Dicha Cátedra y sus investigaciones han sido financiadas por el Banco Santander, cuyo patrocinio agradecemos. | 8 | N Ó I C C U D De nada vale tener una gran inteligencia O si no sabemos usarla. R Sabiduría popular T N I Las cosas deben ser tan sencillas como sea posible, pero no más. Atribuido a Albert Einstein, aunque merece ser de Groucho Marx. O viceversa. 1. La inteligencia y la acción Los docentes trabajamos –de manera más o menos consciente– con una idea de la inteligencia, de sus competencias, de sus posibilidades de aprendizaje, que a veces no está claramente justificada y casi siempre es fragmentaria. Nos hemos guiado por la psicología popular, por la conduc- tista, por Jean Piaget, por las derivas constructivistas, por la inteligencia emocional, por las inteligencias múltiples, por la psicología positiva. En nuestro firmamento conceptual han aparecido estrellas imprecisas, como flow, diseño educativo, competencias/aptitudes/capacidades, motivación de logro, motivación intrínseca, motivación de competencia, resiliencia, asertividad, mentalidad de crecimiento, lugar de control, autodetermina- ción, autorregulación, autocontrol, autoestima y una ristra de palabras que empiezan con «auto». Continuamente recibimos programas para desarrollar algo. Ciento sesenta y siete hemos revisado los autores. Nos recomiendan N que eduquemos con el hemisferio izquierdo, con el hemisferio derecho o con Ó CI el cuerpo calloso. Ante semejante orgía conceptual y metodológica, muchos UC D docentes sienten la tentación de replegarse a los procedimientos de toda la O R T vida y poner a sus alumnos a salvo de veleidades. N I | 9 | La teoría ejecutiva de la inteligencia La Teoría Ejecutiva de la Inteligencia (TEI) nos parece el modelo más integrador y completo de que disponemos. Es un humilde antídoto con- tra la «psicología de hamburguesa» imperante, que trocea todo lo mental que encuentra, y luego lo aglutina como puede. La TEI está fundada en rigurosas evidencias científicas, y tiene una clara e inmediata aplicación en la escuela. Esto es importante, porque las teorías consiguen su más definitiva corroboración en sus aplicaciones prácticas. Y el aula es el banco de pruebas de cualquier teoría de la inteligencia. Además, es una teoría optimista, porque, como decían los antiguos, cree en la perfectibi- lidad humana, y este optimismo es imprescindible para la educación. Y por último –y esto es un gesto de altanería docente– es una teoría hecha desde la educación, es decir, desde el dinamismo que ha hecho posible la evolución humana. El punto de partida de este modelo no ofrece ninguna dificultad. Sostiene que la función principal de la inteligencia a todos los niveles –se trate de un langostino o de un Premio Nobel– es dirigir el comportamiento para resolver los problemas que plantea una situación. Para ello, maneja información, y articula motivaciones y emociones. Roger Sperry, un gran neurólogo Premio Nobel de Medicina, decía: «No es verdad que el estómago trabaje para el cerebro, sino todo lo contrario: el cerebro trabaja para el estómago». El obje- tivo principal de la inteligencia es la supervivencia, la adaptación al medio, la protección de la homeostasis. Solo en los humanos adquiere objetivos más complejos, pero sigue siendo verdad que la función primordial de la inteligencia es dirigir la acción. Guy Claxton define con razón la inteligencia como «aquello que permite a un organismo perseguir sus fines e intereses de la manera más satisfactoria posible dentro de la situación en la que se encuentra, entendida en su compleja totalidad». Por eso, la inteligencia es esencialmente práctica y solo se convierte en teórica cuando elige como fin de su actividad el conocimiento teórico. 2. Una aventura singular: la emergencia del cerebro humano El modo como el cerebro humano emergió del cerebro animal es una de las aventuras más prodigiosas de la, ya de por sí prodigiosa, historia de la evolución. Vamos solo a mencionar tres capítulos de ese proceso, porque nos parecen relevantes para comprenderlo. Hablaremos primero de una conducta animal, luego de un comportamiento en que humanos y animales interaccionan y, por último, de una acción específicamente humana. | 10 |

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Quería soltarse de la mano . Promoting Grit, Tenacity and Perseverance: Critical Factors for Success in the 21st Angela Duckworth y Martin.
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