'" -- P""'( -', .t" ÁNGEL OSSORIO Ex Decanodel Colegiode Abogadosde Madrid EL ALMA DE LA TOGA PROLOGO A LA SÉPTIMA EDICIÓN (ARGENTINA) . VIVENCIA Y VIGENCIA DE DON ÁNGEL OSSORIO. A LOS VEINTICINCO AÑOS DE SU MUERTE. "...seáw que tú sido entrevosotros:afma. N. A Don Francisco,Giner de los Ríos Antonio Machado He querido escribir este Prólogo, presentar esta edi- ciónde unlibroque, escrito cuando elautor celebraba sus bodas de plata con la abogacía, a los veinticinco años de la muerte de su autor, sigue con vida.Acaso mi deseo de escribirlocorrespondaalasituaciónespiritualqueungrande del derecho,r¡;a.n~escoCarneluttgrefleja en laspalabras conque inicia el úmino de sus grañdes libros: "Este esun libroquesólo unviejo cargado de experiencia yde tristeza puede escribir". A losveinticinco años deaquella luminosa VII ¡- mañana de mayo, en la que tantos españoles y tantos ar- gentinos acompañamos el cadáver de don Ángel Ossorio, yo hesentido eldeseo de expresar que elespírituy laobra .dedonÁngel nohanmuerto;quesiguensiendoactuales (l); ocurreasíporque todoslosvaloresquesecontienen enesa obra son permanentes, eternos. Y esto lo puede decir sin merma de la emoción, con mayor objetividad, o al menos conmayorindependencia, quien nopertenece asufamilia. De lami~mamanera que solicité para la edición anterior el prólogo de Manuel Ossorio, y para las Cartas, el de Josefina Ossorio, he deseado para esta edición, que tiene uncardtter de definitiva y el sentido de un homenaje, re- levarlesde ese compromiso, y asumirlo yo, con esa,inde- pendencia de quien nopertenece al círculo de lafamilia y I . ; puede,portanto, contemplár lavidaylaobradedonAngel desde un ángulo visual en el que a ellos les sería difícil situarse y expresarse. La obra de Ossorio -nosólo este libro, sino toda ella- conserva su lozanía porque no es nunca la obra de un momentosino laobra de una vida.Nopuede pasar porque losvalores que la integran sonpermanentes. La toga tiene su almaporque acompañó a donÁngel a lo largo de toda su existencia terrena. Nofue sólo unsímbolo sino también unarealidadde existencia. Nofue sólo unropajesino tam- bién un contenido. t '" .. (1) ComoSatta respecto de Mortara(véase Soliloquie colloqui diungiurista,Ed.Celam,Padova,1968;págs.459ysgtes.) podríamostitularestaslíneas"actualidadde Ossorio".. l VIII Elfue, sobre todo antes que todo, abogado (2),qu~es cosa diferente de jurista (en el sentido que en castellano damos a estapalabra) y de estudioso de derecho,aúnsien" docompatible,Nocreyó, oquisonocreer,'enlacienciadel derecho pero si en el arte del derecho y en la técnica del derecho; y más que nada en la vida del derecho. Sin de. recho no hay vidaposible por más que, como se hadicho recientemente,hayansidomuchoslosfilósofos quehanpres- cindido, en sufilosofía, del valor derecho (3). Pero a nuestro autor le interesaba el derecho como mediode alcanzar lajusticia (4)y en cuantofuese expresión de la razón. Tener razón y expresarla de acuerdo con el derecho,para obtenerjusticia; veralostresvalores:razón, (2) Hombre representativo: parlamentario, ministro, embajador, ,gobernante (dela Provinciaentonces más importantey más ditrcil de gobernar: Barcelc;>na)s,i entre sus múltiples altos cargos le hubieran preguntado a donÁngel cual fueel más valorado,por él, sin duda habrra contestado que el Decano de Colegiosde Abogados de Madrid; por encimade lapre- sidencia de la Academia de Jurisprudencia, del Ateneo de Madrid. (3) SebastiánSoler,LaspalabrasdelaLey,Ed.FondodeCultura Económica, México, 1969, especialmente, al principio, pág. 7 Yen la pág. 72. I , (4) Couture lodijo, conhermf)!j¡;¡s'palabr~, en eloctavode sus mandamientos: 'Ten fe e~1 derecho,como el mejorInstru- mentoparalaconvivenciahumana;enlajusticia,comodestino I normal del derecho; en la paz, como sustitutivo bondadoso I dEJ'lajusticia; y sobre todo, ten fe en la libertad, sin lacual I no hay derecho, nijusticia, ni paz", IX derecho,justicia, caminando,juntos, por un campo único, de manera quequien tenga larazón lavea reconocidapor el derecho y.amparada por lajusticia. y en ese poner la razón antes que e! derecho estriba su obsesionante tendencia a la sencillez; el derecho ha de ser sencillo, claro,fácil, porque sus normas no están diri- gidas a iniciados sino a todos los ciudadanos. No es éste el lugarpara adquisiciones acerca de! destinatario de la normajurídica; otro lugar habrápara ocuparse de ello.El quisohacerdel derecho, de la Ley, unfenómeno de senci- llez,para que pudiera llegarfácilmente al hombre de la calle, que es quien lo ha de vivir en todo momento de su existencia,ya que desde el nacimiento, y aún antes, hasta la muerte, y después de ella, se transita jurídicamente, aunque, como ocurre con el aire que respiramos, noper- cibamos laatmósferajurídica que nos envuelve. Al negar, como Kirchmann, que el derecho, lajurisprudenoia, sea ciencia,yalconsiderarlo comounatécnicaocomounarte, no disminuyó su valor. Los pueblos con mejorjusticia no \ sonprecisamente los que más se preocupan por la ciencia del derechd5) sino por la realidad de la razón; y no es casualidad que la libertad se haya afirmado donde se ha creído en la sustancia del derecho más que en sus sutile- zas(6).El derecho ha de ser sencillo porque el ciudadano (5) Recordemos aGalama~d.r4" ¿Cambiarfan los ingleses su mejor justicia por nuestra más alta ciencia?" (6) Noheconocido,entrelasregionesespañolas,otraconmayor sentido jurfdico que la del Alto Aragón: sentido que es tan distinto del de lachicana, que quizá se encuentra arraigado \. x tiene, si no la obligación, la carga, lanecesidad, de cono- cerlo; y se le deben ofrecer precepto.ssencillos y no con- ceptos abstrusosi7J. He dicho que Don Ángel fue, ante todo, abogado. Es ese carácter, no ya profesional sino vital, el que matizay colorea todos los aspectos de su existencia. Si nos señala (8)que rara vez la política ha estado dominada por auténticos abogados, esto es,por Licencia- dos en Derecho dedicados al ejercicio de laprofesión, no en otras regiones. Nofue así una casualidad que en esa regiónnaciera ymurierael grandon Joaquín Costa;ytam- pocoqueen Aragóncomoen Inglaterra,sea dondelatortura no ha tenido nunca estado legal. (7) Tampoco es lugar éste para discurrirsobre el sentidoy el carácter de la ignoranciadel derecho. Nohe creídonunca que estemos ante una ficciónni ante una presunción de conocimientoc;reo,contodaclaridad,queestamosanteel concepto de carga de conocer la ley, que pesa sobre el ciudadano y como tal carga se debe procurar que sea lo menos pesada posible.Hombre de grandes conocimientos del derecho debe serio quien hace la ley;pero su dominio delderecho lodebe llevara redactarnormasperfectasen su sencillez,queelciudadano,noprofesionaldelderecho,pueda entender sin esfuerzo. (8) Enel capítuloElAbogadoy la política,que he'queridore- incorporarallibro,porqueloque haya perdidode actualidad locompensa consu valorhistórico,conlaindependenciade sus juicios respecto de personas, algunas de las cuales militaronen campos contrariosal de Ossorio. . XI r puede negarse que uno de esos abogadosfue él. Pero su actuacióncomo abogado dominó a todas lasdemás suyas. I Su oratoria es, ante todo,forense en su tendencia al diálogoya lapublicidad; eslaexposición natural yhuma- nade quienestádefendiendo unacausa quecreejusta yla defiende conparcialidad correcta. El saber hablar y tam" biénsaberescur;har,porque sólo así, escuchando ysabien- do escuchar(9),sepuede llegar a dialogar (10y) cree en la (9) Recuérdese lapáginafinaldeLajusticia (desusconferencias sobre Lajusticia Poder)cuando plásticamentenos presenta la escena del gran cómico que, después de un largoparla- mento, de una,"tirada", que otro escuha en silencio, siente en todas las representaciones el halago del aplauso; pero llega undía en que laenfermedad del quetiene asu cargo el papelaparentemente pasivo,deescuchar, hacequese lo sustituya,considerandopapelfácil elde escucharsinabrir la boca;y aquel día,y los siguientes. la"tirada" no provocael aplausoysedescubreelmisteriodesaberescuchar;alpúblico noloelectrizabatantolaacciónde hablarcomolaexpresión al escuchar. í (10) No sorpresa, sino honda emoción, me produjo oír a Josefina Ossorio, tan espiritualmente compenetrada con su padre, que en las visitas a la sepultura paterna, ella sostenía conversa- yiones con su padre: y me llevó a recordar a un fraternal amigo mio, alumno, como yo, en la preparación de oposicio- nes a la Judicatura icuántos años atrás! de aquel gran magistrado que fue don Mariano Avellón y acuyo entierro no pudo asistir, que al visitar su tumba poco tiempo después, en lugar de rezar, como católico practicamente que es, una ora- ción, le recitó un tema del programa de oposiciones. Conver- sar, dialogar. Y a falta de interlocutor, como ,elgran Machado, que'encabeza este prólogo: "Converso con el hombre que va siempre conmigo". XII oralidad más que en t.poratoria; cree en la eficacia de la palabra hablada, que esyiva;y nodejade recordamos con ejemplos tomados desupropia actuaciónforense, loscasos en que en unproceso, prácticamente sentenciado antes de la vista de segunda instancia con una confirmación, se ha conseguido 'la revocación por medio de los argumentos expuestos oralmente. Veen laoralidad laforma naturalde publicidad, contemplando la sala dejusticia como uncua- drilátero, en cuyo frente está el Tribunal; a un lado, el demandante o acusador; al otro, el demandado o el repre- sentante delacusado; ¿y en el cuarto lado,frente al tribu- nal?sepregunta; y la respuestasólopuede ser: elpúblico. Pero eldiálogo, que essalir delaislamiento, norompe la soledad del abogado; éste se encuentra solo y aislado frente asu cliente yasu secreto; nisiquiera esaforma, tan de hoy, de los estudios odespachos múltiples, consigue,en loscasosmásgraves,darunpoco decompañíaenlasoledad desuindependencia",comopara eljuez quiereCalamandrei. Hay en el libro un capítulo (11)d,e solemnidad máxima; es el que se refiere al secreto profesional. Para guardarlo (11) Como se advierte pornota de piede páginaa lostítulos de algunos de loscapítulos,sonvarios de éstoslosquefiguran en lapresenteediciónsinhaber formado partede algunade las anteriores,y por razonesdiversas. Así "Elsecreto profe- sional"y "lachicana"sehanincorporado, procedentesdelas leccionessobre"Eticadelaabogacía"quedonAngelOssorio dictó en la Universidad de La Plata, y que formaron el se- gundo volumen de "El abogado", cuyo primer volumen lo formó "El Alma de la Toga". Se ha mantenidoel capítulo XIII ., -nosdice elautor, conpalabras sencillas- hay unsolopro- cedimiento: no contár!feloa nadie; nia loscompañeros de despacho, salvo que losean también en el mismo asunto y tengan,por eso, el mismo deber, ni a la esp°!fa. Yno hay en ello nada peyorativo respecto de la mujer, porque en cuantoaesteconceptode secreto,yde latrascendenciadel secreto profesional, al lado del capítulo referido específicamente a él, no puede dejar de tenerse presente uno de los más hermosos de este libro: La mujer en el bufete; aunque hoy, y sobre todo en América, resulte des- usada laconcepción del despacho en lapropia casafami- liar,acaso.quien lohavivido así sienta laañoranza de "la relativo a "La defensa de los pobres", que nofiguró en la quinta edición, pero que reincorporamos ya a la sexta; y se le ha dado cabida también al dedicado a "Laabogacía y la política" por entender que, si bien, en cuanto a ciertas apre- ciaciones, puede considerarse superado, tiene un extraordi- nario valor histórico del que no debe privarse a los jóvenes abogados. Si hemos incorporado "Hacia una justicia patriarcal", que, en realidad, no tiene carácter de un capítulo más, (o hemos hecho pensando en su carácter de síntesis del pensamiento procesal o, mejor,judicialde Ossorio,que sería grave pecado no ofrecer; en la quinta edición (argen- tina, de la Editorial Losada), figuró en el Apéndice "Cuestio- nesjudicialesde laArgentina"perocreemosquesuvalor no . eslocalsino universal.Y,finalmente,tampocopodíafaltarel Decálogo del abogado, con el que cerró el autor sus men- cionadas lecciones en la Universidadde La Plata,y algunos de cuyos mandamientos han(ogrado,entrenosotros, expre- sión legislativa. No ha de extrañar que alguna de estas in- corporaciones haya determinado inevitables repeticionesde conceptos o expresiones que ya figuraban en los primitivos capítulos; preferimos este inconvenientealde privarallector de su valor total. XIV
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