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Después de iciembre PDF

520 Pages·2019·0.47 MB·spanish
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Después de diciembre Joana Marcús Published: 2019 Source: https://www.wattpad.com LIBRO 2: Después de diciembre   El tiempo podía transcurrir con mucha más lentitud al pasarlo mal. Era algo que Jenna Brown había podido probar y afirmar. Por eso, un año sin Jack Ross había sido largo, triste... y vacío. Pero ahora tenía un nuevo objetivo: tenía que terminar sus estudios. Aunque eso supusiera volver al lugar que tantos recuerdos le evocaba. Aunque supusiera tener que enfrentarse a las consecuencias de la decisión que había tomado un año antes. Se había convencido a sí misma de que todo lo ocurrido antes de diciembre formaba parte del pasado, pero... ¿qué ocurriría después de diciembre? Pronto lo descubriría. Fecha de publicación: 04/08/2019 Hola :D ¿Me habéis echado de menos aunque solo haya pasado una semana? Yo creo que me he ganado un aplauso por haber tardado tan poco, ¿no? *pausa para aplausos* bueno, la verdad es que he hecho trampas, porque estaba escribiendo este segundo libro mientras vosotrxs leíais el primero. Así que este bebé ya está preparado para ver la luz :D Lo que me lleva a... ¡un pequeño concurso! Sí, habéis leído bien. Visto el apoyo que le estáis dando al primer libro, he pensado que... ¿qué mejor para recibir el segundo que daros la oportunidad de elegir el nombre de un personaje nuevo? A ver, no es que sea un gran regalo, pero es lo que se me ha ocurrido (más que nada, porque hice lo mismo con otro libro) *sonrisa de angelito* Así que, si quieres participar, tienes que dejar un comentario en ESTE párrafo (si no, no contará, sorry not sorry) diciendo cuál es tu personaje favorito y por qué. Anunciaré al ganador el 01/08/2019 en mi Instagram juju1255_ y me pondré en contacto con él para hablarle un poco del personaje que podrá nombrar. Si el ganador no responde en dos días, elegiré al segundo mejor y tendrá la oportunidad de hacerlo en su lugar. Y, con esto, me despido hasta el 4 de agosto. Besoos -Juju PD: ¿Cuáles son vuestras teorías del segundo libro? ¿Qué creéis que pasará? Tengo curiosidad :D PD2: Por cierto, sí que hice yo las portadas. ¡Muchas gracias por vuestros comentarios! Capítulo 1   —Entonces... —Shanon me miró a través del espejo, sentada en mi cama—, ¿estás nerviosa? Yo también me miré a mí misma. ¿Era cosa mía o ese día nada — absolutamente nada— me sentaba bien? Estaba horrorosa. Estúpida ropa. Estúpido cuerpo. Me quité la sudadera de un tirón y la lancé al suelo junto con el ya considerable montón de ropa que había ido descartando en tiempo récord.  Mi hermana mayor, Shanon, pareció divertida al verme tan agobiada. —Me lo tomaré como un sí —dijo. —¿Por qué estoy tan fea con todo? —Solo te ves fea por los nervios. Y por tu ropa —puso una mueca—. En serio, necesitas renovar tu armario. —Mi ropa está bien —protesté entre dientes, rebuscando. —Jenny, cariño, sabes que te aprecio mucho y que eres la mejor hermana que tengo, pero tu sentido de la moda... —Un momento, soy la única hermana que tienes —la miré de reojo. —Exacto. Puse los ojos en blanco. —¿Te gusta este? —pregunté, enseñándole un jersey rojo oscuro. —No está ma... un momento, ¡eso es mío! Lo pegué a mi pecho cuando hizo un ademán de quitármelo. —Estaba en mi armario —enarqué una ceja—. Ahora es mío. —¿Qué...? ¡No! —Ley de propiedad privada. Lo siento. —¿Ley de propiedad privada? ¿Y eso qué es? —Lo que me acabo de inventar. —¿Y es válido? —Sí. Porque estás en mi habitación. Mi habitación, mis normas. —Si te quedas eso, tus botas con plataforma son mías. Y el collar azul. —Sí, claro. Y el armario entero, si quieres. —¡Pues devuélvemelo! —¡No! Forcejeamos un rato antes de que ella se diera por vencida. —Bueno —puso los ojos en blanco—. Da igual. Sigue quedándome mejor a mí. —Eso te crees tú. El rojo oscuro no me sentaba mal. Iba a ser el elegido. Me apresuré a agacharme y empezar a meter apresuradamente en la maleta todo lo que había desechado. Shanon se puso nerviosa al ver que lo dejaba todo arrugado y se agachó para arreglar el desastre. Ella iba doblando la ropa a medida que yo la tiraba —literalmente— en la maleta. —Cuando te pones nerviosa, estás insoportable —murmuró. —Pues tú estás insoportable siempre. Ella se rio, poco ofendida. —Owen estaría de acuerdo contigo —murmuró. Owen era su hijo pequeño, el cual había sido un pequeño accidente que había tenido con solo diecinueve años. Es decir... mi edad actual. Mi madre se había puesto bastante intensa  —por no decir pesada— con eso de asegurarse de que tuviera cuidado a la hora relaciones sexuales. Mi padre era menos disimulado y me había regalado, directamente, una caja de condones. Si supieran cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había hecho algo así... bueno, no se molestarían en darme condones.  —Esto no cierra —protestó Shanon, devolviéndome a al realidad. Me senté encima de la maleta y las dos empezamos a tirar con fuerza de la cremallera por ambos lados. —Aclárame una cosa —masculló mientras las dos forcejeábamos. —Dime. —Hace... mhm... cómo odio las maletas. —Shanon, ibas a decirme algo. —Ah, sí, sí... hace un año que no los ves, ¿no? A Naya, Will, Sue... y todo el etcétera que va tras ellos. —Sí... —murmuré. —Un año exacto. —Bueno... no exacto. Ya estamos a mediados de enero. —Y tu novio no estará, ¿no? Está en Francia por... Puse una mueca cuando mencionó la-palabra-prohibida-con-n y ella se interrumpió a sí misma. —No lo llames así —le pedí en voz baja. —Oh, perdón, Jenny —se apresuró a añadir, incómoda—. Es decir... eh... Ross estará en Francia medio año más. —Sí. —No lo vas a ver, ¿no? —Ese es el objetivo. —Entonces... ¿por qué vuelves? Me enganché el mechón de pelo que siempre se salía de su lugar tras la oreja al conseguir cerrar la estúpida maleta. —Si él estuviera ahí, no volvería —le dije con una ceja enarcada. —¿No quieres volver a verlo? —No. —¿Estás segura? Lo he visto en la tele y está muy bue.. —No quiero saberlo —la corté enseguida. Jack había estado saliendo en la televisión los dos últimos meses. Por lo visto, había estado grabando una película en Francia durante no sé qué tiempo y con no sé qué actores famosos. No dejaba de dar entrevistas por todos lados.  Al parecer, después de todo, las cosas le habían ido bien gracias a esa escuela. O eso te dices a ti misma para no arrepentirte de lo que hiciste. Ay, vocecilla de mi conciencia, ya te había echado de menos. Incluso siendo así de cruel. La cosa es que yo no había visto ninguna de esas entrevistas. Ni iba a hacerlo. No quería verlo. En cambio, mis padres no se perdían ni una. De hecho, muchas veces los pillaba hablando Jack tan orgullosos como si fuera su propio hijo. Por supuesto, se convertía en un tema tabú en cuanto se daban cuenta de que podía oírlos y cambiaban de tema abruptamente. Honestamente, parecía que todo el mundo en mi familia creía que iba a echarme a llorar solo por escuchar su nombre.  —Lo he hablado con Naya —volví a la conversación—. Él no estará por medio año más y yo puedo aprovechar para hacer las asignaturas que dejé pendientes el año pasado. Cuando termine, volveré a casa y a él todavía le quedará una semana en Francia. Ni siquiera sabrá que he estado ahí. Es... —suspiré— el plan perfecto.  Al final, había aceptado el trabajo de entrenadora de atletismo. De hecho, había sido la entrenadora de mi sobrino y de sus compañeros de clase durante casi un año entero. Y me había estado cuidando. Había estado comiendo sano con Spencer y entrenando con los chicos. La perspectiva de volver a la comida basura no era, precisamente, muy prometedora. Pero... tenía que terminar mi primer año de filología. Era lo que me había propuesto a mí misma. Y Naya me había asegurado que, si iba a vivir con ellos durante ese tiempo, Jack jamás se enteraría.  Así que sí que era el plan perfecto, ¿vale? Aunque... eso de ir a su piso sin él no me hacía mucha ilusión. Sería demasiado extraño. En realidad, mi plan era ver si encontraba alguna habitación en la residencia, pero no le había dicho nada a Naya por si acaso. Era un poco intensita cuando quería. —¿Y dormirás en su habitación? —preguntó Shanon, mirándome de reojo. Tenía un don para leerme la mente. Me encogí de hombros. —Espero poder dormir en el sofá. O con Sue, aunque no creo que me deje entrar en su habitación. Y voy a pagarles el alquiler. Aunque no quieran. —Pero... ¿estarás bien, Jenny? Y sabía lo que quería decir con eso. Lo había pasado fatal durante ese año. Simplemente, fatal.  Nunca creí que una ruptura pudiera afectarme tanto.  Me había pasado el primer mes arrepintiéndome de lo que había hecho y encontrándome a mí misma con el móvil en la mano varias veces, dispuesta a llamarlo para pedirle que me llevara con él o volviera conmigo. Pero... sabía que la decisión estaba tomada y eso solo hacía que me pusiera a llorar como la idiota impulsiva que era. Las ganas de llorar desaparecían cuando lo veía —de reojo— sonriendo en la televisión al pasar rápidamente por el salón.  Mis dos mayores pilares de apoyo habían sido mis dos hermanos mayores Spencer y Shanon. Mamá, papá y los dos idiotas —mis otros dos hermanos— se habían esforzado para que estuviera bien, pero... no era lo mismo. Shanon era como mi mejor amiga. La única persona a la que sentía que podía contarle todo sin problemas. Y Spencer había sido quien me había sacado de mi cama para obligarme a hacer algo productivo con mi vida pese a mi actitud de mierda. Durante ese primer mes había ganado tres kilos hechos a base de helado de chocolate y golosinas —ambas me recordaban a Jack y me deprimían más, comiendo el doble. Los adelgacé al mes siguiente, cuando Spencer me obligó a salir a correr cada mañana con él. Ya había aceptado el puesto de entrenadora, así que empecé a trabajar y fue como si tuviera la excusa perfecta para estar ocupada y no pensar en él. Porque hacerlo era horrible. Él había intentado contactar conmigo. Durante el primer mes. Había dejado de mirar el móvil. De hecho, mi récord fue tenerlo en mi cómoda una semana sin prestarle atención. No quería responder. No quería hablar con él. Sabía lo que pasaría si lo hacía; me derrumbaría y todo sería un desastre. Después de ese mes, no volví a saber nada de él. Al menos, no directamente.  Naya y yo empezamos a hablar cada semana. Ella me hablaba de su vida por ahí y yo de la mía. A veces, intentaba insinuar que podía decirme cómo le iba a Jack, pero prefería no saberlo. La única vez que me ignoró y me dijo algo sobre Jack, fue que él no volvería a intentar llamarme. Nunca. Pero eso yo ya lo sabía. Podía entenderlo. Le había mentido para que me dejara. Para que me odiara. Para que se fuera. Le había dicho que había vuelto con el imbécil de mi exnovio cuando no era cierto. Me había cruzado con Monty alguna vez durante ese tiempo. Ahora, salía con la que había sido mi amiga, Nel. Me había puesto los cuernos con ella, también. No había llegado a hablar con ella de eso jamás. De hecho, no había vuelto a hablar con ella. De ninguna forma. Una parte de mí esperaba una escena digna de una película de Hollywood en la que nos dijéramos de todo para después matarnos entre nosotras, pero no. Simplemente, no habíamos vuelto a hablar.  Qué aburrida podía llegar a ser la vida real. —¿Jenny? Shanon me miraba fijamente, como si hubiera entrado en trance. —¿Me estás escuchando? —¿Eh? —parpadeé. —Solo quiero... ¿estás segura de que estarás bien volviendo ahí? Quiero decir... has pasado un tiempo muy mal... ¿seguro que quieres volver? Podría ser como volver a empezarlo todo. Me quedé en silencio un momento. —Ya está decidido, ¿no? Ella suspiró. —Sí, supongo que sí. Venga, te acompañaré al aeropuerto. Bajé las escaleras cargando como pude la enorme maleta. Biscuit, mi perro, fue el primero en acercarse a recibirme con cara triste, como si supiera que me marchaba otra vez. Ya me había despedido de los dos idiotas, que estaban trabajando en el taller. Papá, mamá, Spencer y Owen me observaron desde los sofás. —Hora de irse —anunció Shanon. —¿Puedo ir? —Owen puso cara de pena—. Por fa, por fa, por fa. —Si no molestas —Shanon le sonrió. —¡Bien! —Ven, cielo —mamá se había acercado a mí con los brazos abiertos. Me dio un pequeño abrazo y suspiró—. Pórtate bien. Y, si cambias de opinión... —Puedo volver a casa, lo sé. Se separó y me dedicó una sonrisa triste. —Siempre puedes volver a casa. Siempre.

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