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Critica De La Informacion PDF

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Crítica de la información Scott Lash Amorrortu editores Buenos Aires - Madrid Biblioteca de sociología Critique of Information, Scott Lash © Scott Lash, 2002 (edición original Sage Publications de Londres, Thou- sand Oaks y Nueva Delhi) Traducción, Horacio Pons © Todos los derechos de la edición en castellano reservados por Amorrortu editores S. A, Paraguay 1225, 7° piso (1057) Buenos Aires www.amorrortueditores.com Amorrortu editores España SL C/San Andrés, 28 - 28004 Madrid Queda hecho el depósito que previene la ley n° 11.723 Industria argentina. Made in Argentina ISBN 950-518-188-4 ISBN 0-7619-5269-1, Londres, edición original Lash, Scott Crítica de la información. - Ia ed. - Buenos Aires : Amorrortu, 2005. 384 p.; 23x14 cm.- (Sociología) Traducción de: Horacio Pons ISBN 950-518-188-4 I. Teoría de la información. 2. Sociología I. Pons, Horacio, trad. II. Título CDD 306.42 Impreso en los Talleres Grátos Color Efe, Paso 192, Avellaneda, provin­ cia de Buenos Aires, en enero de.2005. Tirada de esta edición: 2.000 ejemplares. Indice general 9 Agradecimientos 11 Introducción 21 1. Crítica-de-la-información 37 Primera parte. Información 39 2. Formas tecnológicas de vida 59 3. Zonas vivas, zonas muertas: hacia una cultura global de la información 79 4. Desorganizaciones 95 5. Objetos indóciles: las consecuencias de la reflexividad 119 6. Teoría mediática 139 Segunda parte. Crítica 141 7. Crítica y socialidad: un reexamen de la teoría del signo 163 8. La tradición y los límites de la diferencia 195 9. Crítica de la representación: el materialismo espacial de Henri Lefebvre 219 10. El ser después del tiempo 237 Tercera parte. Crítica de la información 239 11. La sociedad desinformada de la información 263 12. Fenomenología tecnológica 295 13. Poder no lineal: McLuhan y Haraway 7 337 14. Conclusiones: comunicación, código y crisis de la reproducción 365 Bibliografía 8 Agradecimientos Estoy agradecido a Dan Shapiro, Jeremy Valentine, An­ dreas Wittel y Jakob Arnoldi por las conversaciones que mantuvimos. Quiero agradecer en especial a Celia Lury nuestras discusiones sobre la propiedad intelectual, la mar­ ca, las formas de vida y la naturaleza de la información en general. La idea de las «formas patentadas de vida» se ex­ plora con mayor profundidad en Franklin, Lury y Stacey (2000). Tengo una deuda de gratitud con la añorada Dede Boden, por iniciarme en los vericuetos de la fenomenología y de Marshall McLuhan y, en general, por todo cuanto con­ versamos sobre el verdadero significado de la «reflexivi­ dad». Trabajé con Lury y Boden durante más de cinco años en proyectos de investigación sobre productos culturales globales y nuevos medios. Quiero agradecer a Mike Fea- therstone las innumerables discusiones acerca de una serie de cuestiones del campo de la cultura tecnológica, que ha sido uno de nuestros principales focos de interés en Theory, Culture & Society a lo largo del último lustro. Agradezco los comentarios de Mark Póster, Nigel Thrift y Alain Touraiae, que se desempeñaron como lectores editoriales del libro. Quiero dedicar este libro a mi hija Eva. 9 Introducción «Un espejo haría bien en reflexionar antes de darnos sus imágenes». Jean Cocteau, Le sang d’un poete Este libro plantea la siguiente pregunta: ¿es posible una teoría crítica en la sociedad de la información contempo­ ránea? Los capítulos iniciales abordan las dimensiones centrales de este orden global de la información que ha llegado a desplazar rápidamente a la antigua sociedad in­ dustrial nacional. Los capítulos centrales se ocupan del tópico de la crítica y la teoría crítica. Y los capítulos finales tienen su foco en una posible reconfiguración de la teoría crítica para enfrentar este orden de la información. Mi inte­ rés es plantear que la crítica siempre implicó un trascen­ dental, otro espacio independiente desde el cual podía lanzarse la reflexión crítica. El argumento de este libro es que esa crítica ya no es posible. A mi entender, el propio orden global de la información ha borrado y devorado todos los trascendentales. Ya no existe espacio exterior alguno para dicha reflexión crítica. Y tampoco hay tiempo. No hay escape del orden de la información, por lo cual la crítica de esta deberá provenir del interior de la información misma. El capítulo 1 representa una introducción bastante acabada a lo que quiero decir con crítica de la información. El capítulo 2 expone los elementos básicos del orden de la información. Titulado «Formas tecnológicas de vida», co­ mienza por examinar la noción de «formas de vida», para preguntarse luego qué pasa cuando estas se convierten en tecnológicas. El capítulo 3 sostiene que en el orden de la información el poder no funciona tanto a partir de un princi­ 11 pió de explotación como de exclusión. Actúa sobre la base de principios de exclusión e inclusión en lo que podemos llamar «zonas vivas y zonas muertas», «zonas domesticadas» y «zo­ nas silvestres». La sociedad industrial nacional implica el poder como explotación. La cultura global de la información depende del poder como exclusión. En lo fundamental, se trata de exclusión con respecto al «circuito», a los medios de información, a los flujos globales de información y comuni­ cación. En la sociedad industrial nacional, los principales actores eran las naciones, las instituciones y las organiza­ ciones. En el orden de la información, las relaciones clave se dan menos dentro de un país que entre ciudades globales de diferentes países. La importancia de las relaciones de pro­ ducción internas a las organizaciones tiene hoy un paralelo en las nuevas relaciones de producción y comunicación entre «desorganizaciones» más pequeñas y amorfas. A esas desorganizaciones se consagra el capítulo 4. Una teoría crítica, con trascendental o sin él, debe ser también una teo­ ría del poder. Demasiados analistas se limitan a entusias­ marse con la expansión de los horizontes posindustriales de la innovación y la elección. Una de las metas fundamentales de este libro es explorar los perfiles de un régimen informa- cional emergente de poder. Los capítulos 5 y 6 se ocupan de los productos de la socie­ dad de la información. La sociedad industrial nacional cen­ tra su atención en «el sujeto». Por su parte, la cultura global de la información da testimonio de una nueva autonomía de los objetos, que en su flujo global tienden a escapar de las intenciones y la soberanía del sujeto. Esto vale para los mo­ vimientos globales de objetos tan variados como las imáge­ nes, las comunicaciones y las finanzas. En su carácter efí­ mero, elevada rotación, impacto inmediato y veloz movi­ miento, los bienes de consumo con mucha presencia de marca y movilidad acelerada también comparten cualida­ des informacionales. Asimismo, en su movimiento a través de las redes globales escapan al control de los sujetos. De tal modo, el capítulo 5 estudia estos objetos mientras se mue­ ven con velocidad a través de dichas redes globales. Como sostiene Manuel Castells (1996), la sociedad de la infor­ mación es una «sociedad red», y este libro toca répetidas ve­ ces la cuestión de las redes. El argumento básico, tanto en este caso como en el resto del volumen, es que al convertirse 12 en informacionales, las formas de vida se desprenden de sus cualidades «orgánicas» y se conforman como redes. Esto es: en la sociedad red, las formas de vida están de algún modo en el aire, desarraigadas. El ser-en-el-mundo se transfor­ ma, por decirlo así, en «ser-en-el-planeta». Sin lugar a du­ das, actúa en ello la lógica de la mercantilización. Pero la difusión y ubicuidad de las redes de información y comuni­ cación no pueden reducirse a ella. En un sentido muy im­ portante, tanto las formas orgánicas de vida como la-mer­ cancía están suban midas en la informacionalización* gene­ ral de las redes. El orden de la información es al mismo tiempo una «sociedad mediática». Este es el tema del capítu­ lo 6. Los medios trabajan a través de interfaces, y la socie­ dad mediática atestigua la difusión general de estas, al ex­ tremo de que los mismos bienes de consumo llegan a adqui­ rir ese carácter (Manzini, 1989).1 La unidad cultural para­ digmática en la sociedad mediática es la «comunicación», que con su brevedad, velocidad y carácter efímero comienza a imponerse a la narración y el discurso como principio car­ dinal de la cultura. En rigor, esta lógica de la comunicación barre con la propia teoría, que en un sentido importante se convierte en «teoría mediática». Los capítulos 7 a 10 dejan por eí momento el ruido y las operaciones del orden de la información y abordan la cues­ tión de la crítica. Este libro está dedicado tanto a ella como a la información. Para una generación más antigua, la teoría crítica significaba «teoría alemana» de la Escuela de Franc­ fort: la obra de Theodor Adorno, Max Horkheimer, Herbert Marcuse y Jürgen Habermas. Para una generación un poco más joven, significa «teoría francesa»: Michel Foucault, Jacques Lacan, Emmanuel Lévinas, Jacques Derrida. El hilo que conecta a ambas generaciones es Martin Heideg­ ger, y cierta dimensión del «ser» que es trascendental al orden empírico de la mercantilización, la linealidad y la ra­ cionalidad instrumental. Así, para la Escuela de Francfort, * Utilizaremos este término para traducir el informationalization del original. Lo preferimos a «informatización», de empleo frecuente pero alcance más restringido, ya que según el Diccionario de la Real Academia Española se refiere al «tratamiento automático de la información por medio de ordenadores». De igual manera, hablaremos de «informaciona- lizar» y no de «informatizar». (N. del T.) 1 La idea de la interfaz es de Celia Lury, que me introdujo en la obra de Manzini. 13 «sistema», identidad y racionalidad instrumental constitu­ yen el reino de lo empírico, mientras que mundo de la vida, negación y racionalidad comunicativa comprenden lo tras­ cendental. Para la teoría francesa, lo empírico es «lo mismo» o «presencia», y la metanarrativa y lo trascendental es «lo otro» o différance. Dicho esto, hay dos tipos de teoría crítica, la «aporética» y la «dialéctica». En la primera, lo trascendental y lo empírico son inconciliables, incomunicables, indeeidibles. La aporé­ tica tiene su origen en Kant. El otro tipo de teoría crítica in­ siste en fundar lo trascendental en lo empírico. En un senti­ do significativo, este segundo tipo de teoría crítica es hege- liana. Lo es, sin embargo, no por prometer resolución al­ guna en un absoluto o el triunfo de la razón, sino por dar fundamento a todos los trascendentales. Así, el capítulo 7 señala un desacuerdo con la aporética de Emmanuel Lé­ vinas y su ética del otro incognoscible. Esa ética, a mi enten­ der, se niega a fundar lo trascendental en una noción de tra­ dición o comunidad y por lo tanto se mantiene en un nivel de abstracción incomprensible. Por mi parte, creo necesaria alguna forma de traducibilidad para cualquier tipo de vivir con el otro. El capítulo 6 examina los límites de la noción de différance de Jacques Derrida. Su concepto de «signo», sos­ tengo, depende de una différance trascendental, sin funda­ mento alguno en lo empírico. Necesitamos, en cambio, una semiótica más situada, basada especialmente en formas de socialidad. De manera similar, el capítulo 8 es un desafío a la teoría crítica de Emmanuel Lévinas y específicamente a su noción infundada (y subsocializada) del «otro». El capítulo 9 prosigue con estas exploraciones de la teoría crítica y considera la obra de Henri Lefebvre. Este planteó una crítica del racionalismo abstracto tanto del espacio cartesiano como de la semiótica estructural, desde el punto de vista de un materialismo radical de la vida coti­ diana. Su metafísica materialista se inicia con la metáfora del cuerpo de «la araña», que a través de la mimesis teje una malla en la producción del espacio. Pregunto: ¿a qué tipo de producción del espacio conduciría esa metáfora en el cora­ zón de la sociedad global de la información? Conduciría, al parecer, a una espacialización en la cual la araña adoptaría atributos de la máquina, del sistema tecnológico, y la malla asumiría los atributos de una red. «Malla» y «red» están 14 yuxtapuestas en una crítica materialista lefebvriana, po­ tencialmente radical. Se trata de una crítica del capitalismo informaeional desde la perspectiva de una noción muy fundada del espacio urbano. El capítulo 10 comienza donde termina el capítulo 9, otra vez con la «malla», ya no la de la araña mimética y táctil de Lefebvre sino del «narrador» de Walter Benjamin. La malla del narrador empieza «allá lejos y hace tiempo». Como una escalera, sus peldaños se extien­ den desde muy arriba hasta muy abajo. El narrador y sus recuerdos son perturbados por la temporalidad moderna —la del tiempo newtoniano, la de la novela—, cuyo ritmo pone el ser del protagonista en brutal yuxtaposición con su propia mortalidad. Pero ¿qué pasa con el ser de este prota­ gonista en una era después del tiempo, una era de veloci­ dad, de experiencia de choque (Chockerlebnis)? ¿Qué pasa con el ser cuando hay poco tiempo para pensar? ¿Qué suce­ de cuando la muerte ya no se consigna en el reino de lo otro sino que ocupa el mismo plano inmanente de la tecnología y la cultura profana, en el cual el ser se convierte simplemen­ te en otra terminal de la red, otro ente? Para Benjamin, el tiempo contemporáneo se aplana en el espacio inmanente de la tecnología y la Chockerlebnis. No obstante, su teoría crítica deja lugar para el materialismo dialéctico: un mate­ rialismo dialéctico en el cual el mundo empírico de la tecno­ logía, la experiencia de choque y la velocidad ha nivelado el ser y la razón en una tierra baldía, pero el momento tras­ cendental se preserva como memoria y duelo. Los capítulos 11 a 13 vuelven a la inmanencia, la indife­ rencia de la información. El capítulo 11 explora la naturale­ za dual de la sociedad de la información. Por un lado, en ella hay producción, consistente en trabajo con un uso intensi­ vo del diseño y la información, así como fuerzas infor­ macionales de producción y productos digitales. Por otro, circulación de bienes informacionales. Ahora, la producción más extremadamente racional puede llevar a la circulación y distribución más irracionales. En este contexto es lícito hablar de una «sociedad des-informada de la información». La contradicción radica en que así como la sociedad de la in­ formación conduce a un «espabilamiento» creciente, al mis­ mo tiempo acarrea cierta «estupidización» inevitable. Estos bienes informacionales son tipos particulares de bienes culturales. A diferencia de la narración, la información com­ 15

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