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Bienes comunes y democracia: Crítica al individualismo posesivo PDF

463 Pages·2017·1.475 MB·Spanish
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Álvaro Ramis Bienes comunes y democracia Crítica del individualismo posesivo LOM PALABRA DE LA LENGUA YÁMANA QUE SIGNIFICA SOL © LOM Ediciones Primera edición, 2017 ISBN Impreso: 978-956-00-0893-0 ISBN Digital: 978-956-00-0934-0 Todas las publicaciones del área de Ciencias Sociales y Humanas de LOM ediciones han sido sometidas a referato externo. Diseño, Composición y Diagramación LOM Ediciones. Concha y Toro 23, Santiago Fono: (56-2) 688 52 73 • Fax: (56-2) 696 63 88 www.lom.cl [email protected] Amo las cosas loca, / locamente. Me gustan las tenazas, / las tijeras, adoro / las tazas, / las argollas, las soperas, / sin hablar, por supuesto, del sombrero. [...] Amo / todas las cosas, no sólo / las supremas, sino / las infinita- /mente chicas, / el dedal, las espuelas, / los platos, los floreros. [...] Amo / todas / las cosas, no porque sean ardientes / o fragantes, sino porque / no sé, porque / este océano es el tuyo, es el mío: / los botones, / las ruedas, los pequeños / tesoros olvidados, / los abanicos en cuyos plumajes desvaneció el amor sus azahares, las copas, los cuchillos, las tijeras, / todo tiene en el mango, en el contorno, la huella / de unos dedos, de una remota mano / perdida en lo más olvidado del olvido. [...] muchas cosas / me lo dijeron todo. No sólo me tocaron / o las tocó mi mano, sino que acompañaron / de tal modo mi existencia / que conmigo existieron y fueron para mí tan existentes que vivieron conmigo media vida y morirán conmigo media muerte. Oda a las cosas Pablo Neruda Introducción Enero de 2000. Los habitantes de Cochabamba se rebelan ante el proyecto de privatizar la empresa sanitaria de su ciudad y el incremento de las tarifas en un 35%. «El agua es nuestra» se escucha en todas sus movilizaciones (OSAL 2000). Enero de 2004. La red internacional «Vía Campesina» se reúne en el IV Foro Social Mundial, en Mumbai. El tema del encuentro es «¡Libertad para las semillas!», que se ven amenazadas por las grandes corporaciones que elaboran simientes patentadas, protegidas por royalties y nuevas restricciones legales, que impiden su almacenamiento e intercambio (Gómez 2004). Mayo de 2011. Los estudiantes universitarios chilenos llenan las calles demandando una «educación pública, gratuita, sin lucro y de calidad para todos». Rechazan que la educación se entienda como un «bien de consumo», tarifado con altísimos aranceles que exigen el endeudamiento crónico de sus familias (OSAL 2012). Octubre de 2011. Se presenta en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos la ley S.O.P.A. (Stop Online Piracy Act), bajo el argumento de proteger la propiedad intelectual. Sus detractores ven en ella un ataque a la libertad de expresión y al carácter «abierto» de Internet y responden con el eslogan: «Nosotros somos la Web» (Benkler et al. 2013). Mayo de 2013. Manifestaciones en Estambul en contra de la destrucción del parque Taksim Gezi, bajo el lema «Taksim es nuestro, Estambul es nuestro». El parque había sido destinado a un centro comercial, a pesar de su valor histórico y constituir uno de los pocos espacios de intercambio social en el centro de la ciudad (Amnesty International 2013). Enero de 2014: los vecinos del barrio burgalés de Gamonal protestan contra la resolución inconsulta del Ayuntamiento de construir un bulevar sobre la calle Vitoria, la principal vía que cruza su urbanización. La prensa titula: «El Gamonal se prepara para seguir defendiendo su calle» (Álvarez 2014). Un parque en Turquía y una calle en España. La Universidad en Chile e Internet en Estados Unidos. Semillas en India y agua en Bolivia. Los personajes de estas seis escenas se vinculan por exigir lo que sienten que les pertenece. Ninguno de ellos reclama la propiedad de esos bienes, bajo dominio individual y excluyente. Eso no quiere decir que no se perciban como «dueños» de ellos. Al demandar lo que consideran como «propio» no exhiben títulos de propiedad, porque ven sus exigencias como evidentes por sí mismas. De allí que experimenten estos sucesos como la desposesión ilegítima de bienes a los que reclaman acceder, habitar y permanecer. Más que a una cosa, un objeto o un espacio físico, lo que reclaman es un derecho, unas capacidades y unas posibilidades de vida. Aunque la razón jurídica no los ampare en su protesta. Con razón Adela Cortina, siguiendo a Zubiri y Aranguren, dice que la vida humana es un proceso de «apropiación de posibilidades», y que el fracaso vital consiste en su «expropiación», porque otros se la apropian o porque uno mismo decide venderla y perder su autonomía (Cortina 1998, 25- 26). Conflictos como estos se han extendido en las últimas décadas. Revelan una polémica que supera el debate tradicional entre la eficiencia del mercado o la eficacia del Estado. Lo que se escucha en las calles no se agota en detener una privatización o alentar una estatización. Lo que se pide es el derecho de los involucrados a participar en el gobierno de los espacios que sustentan sus vidas. El régimen de propiedad de esos bienes no constituye el tema central para estos movimientos. Lo que rechazan es la clausura de las posibilidades de acceso, control y decisión sobre aquellos lugares o recursos en los cuales viven y participan. De allí que demanden que esos bienes sean «comunes», aunque formalmente permanezcan bajo régimen de propiedad pública o privada. Su aspiración no se orienta por un afán de poseer, sino de ser reconocidos en el seno de una comunidad inclusiva y autolegisladora, formada por personas libres e iguales, que se sienten con el deber de tratarse mutuamente como fines en sí mismos. La noción de «bienes comunes» permite a estos movimientos interpretar y expresar esas demandas. Poco a poco, ese concepto ha entrado en los debates de la teoría constitucional, la administración de los ambientes naturales y los servicios públicos, el derecho a la comunicación, la gestión del patrimonio genético y, en general, en las discusiones referidas al «patrimonio de la humanidad».

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